Veo jugar a Bayer
Leverkusen todas las semanas y puedo jurar que no se trata de un equipo de
inválidos. Todo lo contrario: Bayer es uno de los mejores de la Bundesliga,
carísimo, con dos o tres jugadores de talla mundial por cada puesto. Pero no
sólo no pudo en la revancha en contra de Barcelona. En el Camp Nou, recibó
Bayer la más humillante goleada de su historia.
Barcelona F. C. : 7
Bayer Leverkusen: 1
No voy a escribir sobre
esa derrota, algo de pena me da. Pero sí, como un deber que tengo que cumplir,
voy a escribir sobre cinco goles de un joven humilde y grandioso a la vez:
Lionel Messi, no sé si más que futbolista, artista; o más que artista, genio; o
más que genio, algo inexplicable.
Me limitaré sólo a describir
los goles de Messi, y agregaré un muy breve comentario.
A los 24 minutos, Messi recibió
un larguísimo pase de Xavi. El comentarista dijo que Messi estaba solo cuando
recibió el pase. No es cierto, Messi había echado a correr antes del pase, de
modo que no “estaba” solo. El se puso en soledad, y eso es algo muy distinto. Y
bien: Messi recibió el balón en carrera, sin frenar la bajó con la punta del
pie, corrió un breve trecho, y cuando el arquero alemán salió muy bien a
“achicar”, la levanto haciendo un globo. La pelota entro mansita al arco.
A los 42 minutos, Iniesta y
Messi combinaron de memoria, como si los dos fueran uno solo. El área alemana
estaba poblada de defensores. Pero no sé como diablos Messi vio de pronto en
medio de ese matorral de piernas el exacto hueco, el justo centímetro libre
para que el balón enfrentara al arquero y lo traspasara con violencia. Fue un
bordado. Después del partido vi por segunda vez el gol y percibí algo notable:
Messi antes de disparar no había levantado la cabeza. Había simplemente
“mirado” con el pie izquierdo: increíble. Pero así no más fue.
A los 49 minutos, Messi repitió
–aparentemente- el globito del primer tiempo. ¿Lo repitió? Creo que más bien lo
perfeccionó. Si uno compara las dos escenas, aparte del globito y de la puesta
en soledad de Messi, hay dos diferencias importantes. El primer gol de globito
lo hizo encarando el arco. El segundo lo hizo inclinado hacia la derecha y,
esto es muy importante, con su “pata derecha”, que es la mala. Messi,
evidentemente, “regaló” ese gol a su pie derecho para que no se pusiera
envidioso frente al fantástico gol que ya había cometido el izquierdo.
El cuarto, a los 84 minutos, no
tenía como ser gol. Messi estaba enredado entre el poste del arco, el arquero y
un angulo izquierdo, lugar desde donde no se podía hacer nada. Pero cuando
disparó, casi por obligación, el balón rebotó sólo algunos centímetros desde
las manos del arquero. Messi disparó de nuevo y esta vez clavó la pelota justo
en el ángulo derecho. No tenía como ser gol y lo fue. Como si Messi hubiese
dicho que frente a él a nadie le está permitido cometer un error. Más que un
gol fue entonces un castigo
El quinto, a los 86, lo hizo
como quien pone la firma. Frente a Messi toda la defensa contraria bien puesta,
el arquero en su lugar, nadie cometió falta ni nadie hizo un error, y de
pronto, así no más, Messi disparó al arco. Ahí era más fácil que un rico
llegara al reino de los cielos a que esa pelota entrara por el ojo de una
aguja. Pero entró. El mensaje de Messi fue clarísimo: “aún sin errores
adversarios, yo también, si quiero, puedo hacer un gol porque yo soy yo”. Y
punto.
Después del partido fue
entrevistado esa enciclopedia futbolística en persona que es Franz Beckenbauer.
El ex gran futbolista, quien ha visto todo lo que hay que ver en el fútbol y
algo más, no estaba esta vez tan ponderado como siempre; tampoco locuaz, como
él es. Se veía incluso pálido; desconcertado. Evidentemente, había algo que
Franz no podía entender. O quizás había entendido que hay cosas en la vida que
no podemos entender.
Apagué el televisor.
Sentado en un sillón y a media luz, me quedé pensando un rato. ¿Por qué en la
vida hay seres como Messi? ¿Será que nos anuncian que a pesar de todas nuestras
imperfecciones, de ese constante andar errático de los mortales, de la
oscuridad de la caverna platónica, en fin de nuestra escasa condición divina,
hay una estrella que de pronto nos ilumina, como si quisiera darnos a entender que
si bien la perfección no se hizo para nosotros, los humanos, ella -en algún
lugar o en algún tiempo- existe?
Cuentan que Mozart nunca
escribía sus partituras en borrador. Simplemente anotaba lo que en silencio
escuchaba de una música que el mismo no sabía de donde venía. Como Messi,
pensé. Como esos cinco goles de Messi: “La Pulga”.