Daniela Schwarzer - EL FIN DE LA COMPLACENCIA ALEMANA

Friedrich Merz será recordado como el canciller que llevó a cabo el Zeitenwende ("punto de inflexión histórico") prometido por su predecesor, con Alemania asumiendo responsabilidades geopolíticas acordes con su capacidad económica y diplomática. Pero primero, su gobierno enfrentará varias pruebas, tanto internas como internacionales.

Cuando el canciller alemán Friedrich Merz asumió el cargo el 6 de mayo de 2025, pocos anticiparon la rapidez con la que comenzaría a reestructurar la política exterior del país. Sin embargo, el cambio de tono ha sido inequívoco. La larga era de vacilación estratégica de Alemania está llegando a su fin. 

Un elemento central de esta reorientación es una reevaluación lúcida de la alianza más esencial de Alemania: la otrora sagrada relación transatlántica, que se ha visto gravemente erosionada. Merz, un transatlántista comprometido desde hace tiempo, ahora admite abiertamente que ya no se puede confiar en Estados Unidos como garante creíble de la seguridad europea ni como socio económico fiable. En una impactante reprimenda pública, condenó recientemente la interferencia de altos funcionarios de la administración Trump en la política alemana por ser tan «drástica, dramática y vergonzosa como la de Moscú».

Este cambio es más que retórico. Desde 1945, Europa Occidental (seguida por gran parte de Europa Central y Oriental después de 1989) ha cimentado su identidad y seguridad en la alineación con Estados Unidos. Pero después de 80 años, el gobierno de Merz está centrando la atención de Alemania en el interior, invirtiendo fuertemente en defensa nacional y abogando por una Europa más autónoma. Irónicamente, este cambio se basa en un valor tradicional estadounidense: la fe en el poder de la democracia y la libertad. Si Europa logra reafirmar este principio de forma independiente, podría emerger como un actor decisivo en el cambiante orden global actual.

Hasta el momento, la nueva postura de política exterior alemana se basa en tres pilares: un firme apoyo militar a Ucrania, que Merz considera estratégicamente fundamental; una postura más matizada hacia Israel; y una apuesta deliberada por la soberanía europea. La determinación del gobierno de Merz no ha hecho más que reforzarse ante la incesante agresión de Rusia, el evidente desinterés del presidente Vladimir Putin en los ceses del fuego o las negociaciones, y la inconsistencia de la administración Trump.

Merz también ha comenzado a recalibrar el enfoque de Alemania hacia Israel, que tradicionalmente ha sido uno de apoyo inquebrantable. Según estimaciones recientes, la guerra en Gaza, desencadenada por el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre de 2023, ha resultado en más de 53,000 muertes palestinas, lo que llevó a Merz y miembros clave de su gabinete a reevaluar la posición de Alemania. Han expresado preocupaciones sobre la escala de la respuesta militar de Israel y el deterioro de la situación humanitaria en Gaza, y este cambio retórico se hace eco de lo que se escucha del público alemán. Las generaciones más jóvenes, en particular, están menos atadas a la culpa del Holocausto y han sido moldeadas por una sociedad más diversa y pluralista que incluye una importante población musulmana.<sup>

Sin duda, Alemania e Israel siguen siendo mutuamente dependientes. Tras una suspensión de diez meses de los envíos de armas alemanas a Israel, entre noviembre de 2023 y agosto de 2024, Alemania reanudó las transferencias de armas y mantiene su compromiso de comprar sistemas de defensa aérea israelíes Arrow 3 y drones Heron para apoyar a Ucrania. Sin embargo, el cambio de tono es significativo y bien podría presagiar cambios en las políticas. Una prueba inminente será si Alemania apoya las iniciativas para una solución de dos Estados y la suspensión del Acuerdo de Asociación entre la UE e Israel. Este acuerdo ha proporcionado a Israel un acceso privilegiado al mercado europeo desde el año 2000, y su suspensión se considera cada vez más una herramienta para presionar a Netanyahu a respetar el derecho internacional humanitario y, finalmente, poner fin a los ataques en Gaza.

Pero el elemento más trascendental de la política exterior inicial de Merz es su énfasis en la búsqueda de la autonomía estratégica europea. Ante el repliegue estadounidense, Alemania emprendió su mayor rearme desde 1945, destinando 400.000 millones de euros a defensa y seguridad.

Este aumento masivo del gasto en defensa fue posible gracias a una enmienda constitucional que flexibilizó el "freno de la deuda" del país (un límite al déficit anual). Si bien el gobierno anterior innovó al desplegar una brigada alemana completa en Lituania, Merz ya ha desarrollado estas iniciativas y las ha hecho suyas, consolidando así la credibilidad de Alemania como socio confiable dentro y fuera de la OTAN.

Estas quizás no constituyan una revolución en la política exterior alemana, pero sí representan una evolución significativa. Alemania, que desde hace tiempo se siente cómoda en su papel de potencia económica y actor diplomático, está asumiendo responsabilidades geopolíticas acordes con sus capacidades.

¿Será recordado Merz como el líder alemán que llevó a cabo el Zeitenwende (punto de inflexión histórico) que Scholz declaró tras la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en 2022? En las instituciones de la UE y en Estados miembros clave como Francia y Polonia (así como en el Reino Unido), la nueva asertividad de Alemania ya está transformando los debates sobre defensa, democracia y soberanía. En un mundo donde se renegocia el poder y se ponen a prueba las alianzas, Alemania finalmente comienza a liderar bajo sus propios términos.(Project Syndicate)