Karen Entrialgo - LA ALEGALIDAD DE LAS AUTOCRACIAS

 


Alegalidad, anticonstitucionalidad y economía psíquica fundamentada en la perversión:  sobre el lugar de la ley en las autocracias contemporáneas y otros aspectos inéditos de la versión americana 


La mayoría de las autocracias contemporáneas se han erigido operando una transición paulatina. A grandes rasgos, el giro antidemocrático podría resumirse de la siguiente manera: discurso populista y anti-sistema para ganar las elecciones; nombramiento de leales en puestos claves del gobierno y la judicatura; reformas judiciales que pronto devienen golpes judiciales para cambiar las leyes o la constitución y otorgarle más poderes al mandatario; declaraciones de estados de emergencia que justifiquen la suspensión de derechos en nombre de una amenaza mayor ("invasión" de inmigrantes, wokismo, globalismo); nuevas rondas de movilización de las animosidades populistas con el objetivo de obtener, sin mayores resistencias, el sacrificio de la población (sadopopulismo). Para correr el programa, se instrumentaliza la posverdad, se intensifica la desinformación, se recurre al poder de influencia, se aplica poder algorítmico, se promueve la desconfianza en las instituciones que aseguraban un orden basado en reglas y se procede a eliminarlas, en el plano doméstico, o a retirarse de ellas en el plano internacional. Bajo estas condiciones, la corrupción, la persecución de la oposición y el robo de elecciones encuentran la vía libre. En todos los casos, sin embargo, incluso en la Rusia de Putin, se observa el recurso a la ley, así sea para violarla. Se busca, pues, guardar las apariencias al interior de la cultura de la legalidad, aunque esto termine por corromperla. 


La versión americana en ciernes de la deriva autocrática que se expresa a escala mundial le ha adjuntado un nuevo capítulo al playbook de estos gobiernos. En el índice alfabético encontramos ahora los términos "alegalidad", "anticonstitucionalidad", así como también, añadidos a mano con la letra ketaminosa de Elon Musk: "desgobierno" y "operación semiótica especial". En las líneas que siguen me propongo abordar los dos primeros para situarlos en el marco de una reflexión en clave psicopolítica.  Esta trata de los desplazamientos que ha sufrido el lugar de la ley y sus efectos sobre lo que el psicoanalista francés, Charles Melman, había advertido desde comienzos del milenio: una economía psíquica fundamentada en la perversión que amenaza con hacer desaparecer el inconsciente. Lo real crudo se habría desprendido de lo simbólico, abonando el terreno para toda suerte de comportamientos pseudo-perversos. Lo de "pseudo" venía por el carácter permisible de esos comportamientos en un mundo cada vez más proclive a borrar los límites y deslegitimar las formas representacionales de la autoridad. Hoy, sin embargo, todo apunta a que hemos pasado de los comportamientos pseudo-perversos al sadismo como paradigma antipolítico. Visto que lo propio de la perversión, en tanto estructuración psíquica, radica en una renegación del sometimiento a la Ley, resulta pertinente examinar las diversas maneras en que el gobierno de Donald Trump la ha venido zarandeando.


Cuando Trump recurrió recientemente a la Ley de Enemigos Extranjeros del 1798 para deportar a un grupo de supuestos integrantes del Tren de Aragua y encarcelarlos en El Salvador de Bukele, estaba intentando operar dentro de la ley. Aunque torciéndola en un despropósito absoluto, buscaba fundamentar en ley su orden ejecutiva. No obstante, cuando ahora dice que no tiene que obedecer la orden que emitió el juez James Boasberg requiriendo la interrupción de la deportación, estamos en otro escenario respecto a la ley: el de la alegalidad (lawlessness). Entre el primer momento (orden ejecutiva basada en la Ley de Enemigos Extranjeros) y el segundo momento (ignorar, ningunear y desdeñar la orden del juez sobre la paralización de la orden ejecutiva) es un abismo lo que se abre. La entrada de Estados Unidos en ese abismo de la alegalidad no solo toma por sorpresa al mundo, sino que le hace ola a la alegalidad que ya Putin había iniciado a nivel internacional con su invasión criminal de Ucrania.  


Me interesa examinar los desplazamientos que se producen respecto al lugar de la ley en cada una de las tretas que la Administración Trump ha puesto en marcha, ya que esa referencia a la ley varía según sea el caso. Algunas son de clara ilegalidad y la treta consiste en multiplicar al infinito esas decisiones ilegales para ver cuántas siguen su curso sin encontrar resistencia o caen en manos de jueces leales. Las que no, serán apeladas tanto con el objetivo de ganar tiempo e intentar finalizar la destrucción iniciada, como con el propósito de estorbar los procesos judiciales. El carácter masivo de esas ilegalidades al unísono puede hacer colapsar el sistema jurídico que entonces deviene impotente. Esto entra dentro de lo que Steve Bannon se felicita de haber ideado: la táctica de "inundar la zona"; una táctica para crear caos permanente que ya conocíamos bajo la firma rusa de Putin y los mercenarios del grupo Wagner (actualmente operando con otros nombres).


En otros casos, el lugar de la ley entra en un espacio de opacidad y oscilación permanente. Al declarar estados de emergencia (como el declarado por Trump en torno a las fronteras con el tema de la inmigración y el fentanilo para deportar inmigrantes sin el debido proceso o para justificar los aranceles a Canadá y México), una decisión que sería ilegal, deja de serlo. Como es sabido, en un estado de excepción, la suspensión del derecho entra dentro del derecho o, dicho de otro modo, el estado de excepción hace entrar en el derecho la suspensión del derecho. 


En estas dos primeras formas de desplazamiento de la ley, se ha operado una disrupción al interior de la cultura de la legalidad, pero se sigue funcionando dentro de ella. En el caso de la deportación y encarcelamiento de los supuestos integrantes del Tren de Aragua (ahora se sabe que muchos no tienen nada que ver con la banda criminal que ha sido designada por Trump como agrupación terrorista), el juez que ordenó la paralización de la deportación planteó que habría que demostrar que esas personas son "enemigos de la nación" y que la nación está en guerra con Venezuela, algo que, evidentemente, no es el caso y que, de serlo, tendría que haber una declaración de guerra aprobada por el Congreso. Los argumentos por parte del equipo de Trump para no tener que responder a la orden del juez es lo que más ha preocupado a aquellos que ya alertaban sobre una eventual crisis constitucional. Se ha invocado el Artículo II de la Constitución sobre la Rama Ejecutiva para alegar un poder inherente al presidente con el que se reclama su autoridad soberana (la llamada "teoría del ejecutivo unitario").


Haciendo abstracción del efecto blitzkrieg, las ilegalidades y los estados de emergencia no son algo nuevo. Lo que sí constituye una novedad en el playbook de las autocracias es lo que Jamelle Bouie llama anticonstitucionalidad. En su artículo del New York Times, "Trump Has Gone From Unconstitutional to Anti-Constitutional", Bouie explica que el constitucionalismo se basa en el concepto básico de una separación entre soberanía y gobierno. La soberanía reside en el pueblo, mientras que el gobierno es el instrumento de esa soberanía cuya autoridad se deposita en un conjunto de reglas y normas, la constitución, la cual vincula y subordina al gobierno y a sus funcionarios. Mientras que un acto inconstitucional es uno que viola la constitución y deberá medirse ante ella, un acto anticonstitucional es uno que rechaza las premisas básicas del constitucionalismo. La portada falsa de la revista Time que publicó la Casa Blanca con la frase "Larga vida al Rey" y en la que Trump aparece como un monarca no carecía de acierto: lo que alcanza la anticonstitucionalidad al rechazar la separación entre soberanía y gobierno es devolvernos a la monarquía. 


El artículo de Bouie también apunta a un elemento de temporalidad que me parece importante. No solo porque estaríamos hablando de una regresión en el plano político y civilizacional, sino porque ese carácter regresivo ya se perfilaba en el lema "Make America Great Again". El pasadismo, en tanto unidimensionalidad temporal, no tiene ninguna perspectiva de futuro. A este tema le he dedicado varias entradas en este proyecto del Observatorio móvil para el estudio de la violencia. Bajo el eje investigativo "Violencia, lenguaje y tiempo", me he referido al pasadismo como el estadio superior del presentismo (la forma de unidimensionalidad temporal que caracterizó a la posmodernidad). Mientras que el presentismo acompañó a los gobiernos tecnoliberales, el pasadismo parece ser la dimensión temporal propia de las autocracias. Citando a Jack Jackson, Bouie destaca que el constitucionalismo presume y requiere compromisos orientados hacia el futuro. No obstante, lejos de una visión de futuro, el Presidente y su movimiento MAGA representa "una radicalización de orientación apocalíptica que sacrifica el futuro por una victoria en tiempo presente o que redefine como victoria sacrificar el futuro". 


Despidos y deportaciones masivas; purgas DEI y eliminación -a menudo irreversible - de publicaciones, así como de páginas y páginas de historia; recortes y desmantelamiento de las instituciones de educación e investigación científica; amenazas continuas de impeachment contra jueces y de demandas o represalias contra periodistas y medios informativos; cierre de ayudas internacionales (USAID) y de programas de prensa libre (Voice of America); guerras arancelarias contra países aliados; tácticas mafiosas para extraer recursos y anexar países soberanos; revisionismo y negacionismo históricos con aspiraciones imperialistas; fronteras que no terminan en ninguna parte. En estos días, las noticias y las imágenes son todas de una crueldad imperdonable. Un sadismo que nos devuelve a esa economía psíquica de la perversión en la que Melman intuía que algo sin precedentes se estaba (de)formando. 


Observatorio móvil para el estudio de la violencia

Aportación de: Karen Entrialgo, Universidad de Puerto Rico en Arecibo

Sección "Al vuelo"

22 de marzo de 2025


Referencias


Charles Melman, L'homme sans gravité, Éditions Denoël, 2002; La nouvelle économie psychique, Éditions érès, 2010. 


Sobre los planteamientos de Melman que aquí menciono, ver también mi artículo "Tendencias en los campos del derecho y la estética, y nuevas manifestaciones de la violencia", Revista de Ciencias Sociales, Núm. 27, 2014, pp. 140-165.

https://observatoriomovil.com/wp-content/uploads/2024/05/revista-de-ciencias-sociales-27.pdf


"La Administración de Trump deporta a cientos de migrantes a El Salvador, pese a que un juez ordenó parar la expulsión", Iker Seisdedos, El País, 16 de marzo de 2025.

https://elpais.com/internacional/2025-03-16/la-administracion-de-trump-deporta-a-cientos-de-migrantes-a-el-salvador-pese-a-que-un-juez-ordeno-parar-la-expulsion.html


Mensaje en X de la Casa Blanca con portada falsa del Time, "LONG LIVE THE KING"

https://x.com/WhiteHouse/status/1892295984928993698