El 24 de junio de 1998, cuando Chávez apenas había sobrepasado la intención de votos de la ex reina de belleza Irene Sáez, le llamé para una entrevista con motivo del día del Ejército. No me contestó pero me devolvió la llamada desde otro número y cuando pregunté quién era, dijo: "Esta Ud hablando con el próximo presidente de Venezuela". Reconocí la voz y procedí a la entrevista para la agencia en la cual trabajaba.
La pregunta obligada de entonces: ¿Reconocerán los militares su victoria?, sigue siendo la misma que se le formula, casi 30 años después, al candidato opositor y a la líder que lo respalda.
En 1998 la pregunta era obligada porque aunque HCF provenía de la Fuerza Armada se presentaba como candidato antisistema, en abierta rebelión contra el status quo y el bipartidismo adeco-copeyano.
Pero, todos saben que la Fuerza Armada de ahora no es la misma de entonces. Aquella que Si respetó el triunfo de HCF tenía sus preferencias políticas pero no votaba ni estaba tan involucrada en la política fáctica, mantenía las formas y respetaba los resultados.
La realidad de la Fuerza Armada actual es de conocimiento público dentro de Venezuela, pero no parece tan obvia para algunos presidentes latinoamericanos, a quienes les luce inconcebible que los militares no respeten la victoria opositora que pronostican las encuestas, menos aún que se pueda prestar para un fraude. La gente en la calle no tiene la misma certeza.
Lo cierto es que el modelo chavista, duélale a quién le duela, luce más agotado hoy que el bipartidismo ayer. "La política se mide por los resultados" escuchaba decir de niña pero no voy a enumerar los resultados, porque a estas alturas es casi que innecesario.
El gobierno es tan pero tan malo que no le conviene ni a su propio representante. Tal vez por eso ha hecho una campaña tan errática, desacertada, evasiva hasta casi la locura (o será la moda, los tiempos nuevos...) pareciera que quiere perder: eso suele pasar con muchos herederos que no han bregado el capital que ostentan: lo dilapidan.
Volviendo a los militares, es verdad que tuvieron sus 15 minutos de gloria en los primeros años del chavismo (sueldos, mejora de su imagen que le permitió salir de los cuarteles, privilegios diversos exacerbados y un largo etcétera), pero, con la destrucción de la economía, las instituciones, la vida social y hasta los recursos naturales; sufre, igual que el pueblo civil, la miseria, la descomposición social, la pérdida de valores, la separación de la familia. A ellos tampoco les conviene el continuismo, el actual sistema "socialista" y el status quo que el gobierno representa.
Pasemos a las diferencias y semejanzas de ambos momentos: 1998- 2024.
Entre las semejanzas está el convencimiento en el pueblo de que no hay nada más que esperar del status quo, se aprecia un agotamiento extremo del modelo; promesas reiteradas que no se cumplen, dinero que se dilapida, un país rico en la pobreza y partidos como cascarones vacíos sobre los que emerge un liderazgo personal fuerte, arrollador, carismático y hasta mesiánico.
Entre las diferencias anotamos ahora un liderazgo proveniente del mundo civil y no militar. Recuerdo los debates con colegas argentinos traumados por gobiernos militares que no entendían como los venezolanos elegirían a un militar.
Diferente también es la crisis económica sin precedentes, que colocó al país en la cúspide de la hiperinflación, la corrupción desbordada, desbocada, tan descarada que no hay un calificativo decente para describirla. Súmele a todo eso los pactos del gobierno "para controlar la delincuencia" que terminó convirtiendo al país en exportador de un recurso, lamentablemente renovable, como el tristemente célebre "tren de Aragua".
Sin embargo, la diferencia sustancial entre aquél y este momento es la migración de millones de venezolanos que desató la masiva separación de las familias, el abandono de niños y adultos mayores (abundan las historias humanas que lo ilustran), la pérdida de expectativa de futuro para los jóvenes, la búsqueda desesperada de atención médica fuera del país ante la crisis hospitalaria y el desarraigo de un imaginario popular: "Venezuela es una tierra de gracia, el mejor país del mundo", del cual casi nadie emigraba. Eso, ya fue demasiado, Venezuela no es Cuba; millones asumieron la tarea de salir en masa por todos los caminos a buscar el sustento propio y de allegados, la salud negada y el trabajo digno, del cual, el actual presidente también se burló.
Este ha sido el gran conector emocional y de esperanza con MCM que no tuvo HCF. No por casualidad las consignas de la oposición son Libertad, reencuentro de la familia, trabajo, posibilidad de prosperar y no dádivas (clap, bonos, etc.).
Inclusive los masivos y emotivos actos de MCM terminan con el himno nacional, tal como en los tiempos de HCF, elemento que casi ha salido del performance oficialista.
En este sentido el liderazgo de MCM es absolutamente más fuerte, reforzado además por la política represiva, tan inexplicable que en vez de disuadir su campaña y su baño de multitudes, lo reforzaba. Cualquier conspiranoico llegaría más lejos...pero yo apegada a lo factual lo dejo hasta allí.
MCM supo, mucho mejor que Chávez y ante circunstancias objetivas más difíciles, interpretar el momento, matizar su mensaje, recoger las demandas, flexibilizar sus posturas, "unir al chiripero" y amenazar con arrebatarle el poder a la clase dominante a punta de votos. Ella tuvo a su favor una herramienta poderosa: las redes sociales que sí son "participativas y protagónicas", además de difícilmente censurables por los gobiernos autoritarios de cualquier signo.
A estas alturas de la película, las excusas del gobierno culpando al imperio, a las sanciones, a la burocracia autogenerada, no cala ni en sus filas, cuyas molestias ya no quedan ocultas.
Lo peor que el gobierno atribuye a MCM es que firmó el decreto golpista de Carmona y pidió sanciones como medidas de presión a un gobierno que se alejaba, a pasos agigantados de la práctica democrática.
En eso no le lleva nada a HCF, quien protagonizó y auspició dos fallidos golpes en 1992 (el primero cuyo aniversario por cierto siguen celebrando) y, cuando se rindió, amenazó prácticamente con otro en el conocido discurso del "por ahora".
Sin embargo, fue con votos que HCF arribó al poder. Este domingo, si el gobierno y los militares deciden continuar la senda democrática, MCM podrá concretar, también con los votos su objetivo de catapultar a Edmundo GU a la presidencia y entonces no habrá pasado que reprocharle.
Si Venezuela cruza ese puente se empezará a escribir la parte que sigue de esta historia. Muchos usarán su pluma para ello, yo entre ellos.
Tibisay Soto
Ex corresponsal en Caracas de la agencia de Noticias AFP
Ex corresponsal en Caracas de la agencia de Noticias AFP