Nelly Arenas - DE IZQUIERDA O DERECHA LOS POPULISMOS VULNERAN LA DEMOCRACIA



Desde hace un poco más de dos siglos, los términos derecha e izquierda han sido utilizados para distinguir la confrontación de ideologías y movimientos que escinden a la sociedad, el pensamiento y la acción política. Aunque en principio tales vocablos estuvieron vinculados con la Revolución francesa, los mismos se universalizaron tomando vida propia.

A pesar de la caída del muro de Berlín y el derrumbe de la Unión Soviética, la díada estudiada por el filósofo y politólogo italiano Norberto Bobbio, persiste. Sigue estando en el “centro del debate político” tal como el autor señalara en su obra Derecha e izquierda, publicada en 1995.

Aunque la sociedad ha visto aparecer nuevas identidades en territorios varios como el género, la cultura, las profesiones, entre otras, la díada ha resistido las profundas transformaciones sociales ocurridas a lo largo del tiempo manteniéndose firme en el ámbito político. Tal es el caso de los populismos en donde la denominación populismo de izquierda o populismo de derecha, resulta moneda corriente para calificar movimientos y gobiernos que, desde finales de los 90, copan el escenario político tanto en Europa como en América Latina, principalmente. La emergencia y proliferación de ese tipo de movimientos y gobiernos, reactivó las denominaciones derecha\izquierda en función de las características de los mismos. Esquemáticamente vistos, los primeros tienen su seña de identidad en el desentendimiento del Estado con respecto a su función social de protección a los más vulnerables, la defensa de los valores religiosos a ultranza en nombre de la cultura occidental cristiana, la homofobia y su recelo con respecto a los movimientos feministas. En este último caso, es posible encontrarnos con la promesa de reversión de derechos conquistados por las mujeres a lo largo de años. Por su parte, los populismos de izquierda privilegian la igualdad social, la redistribución de los recursos sin valorar la producción de riqueza, el proteccionismo económico estatal y la defensa del colectivismo. Ambos coinciden, sin embargo, en sus posturas contra la globalización pues perciben este fenómeno como una amenaza a la soberanía y a las identidades nacionales.

En Europa han predominado los de derecha, en América Latina los de izquierda. En uno y otro caso, los dos tipos de populismo se desentienden de la complejidad inherente a las sociedades democráticas postindustriales de este tiempo. Frente a “interacciones complejas, desarrollos exponenciales, fenómenos emergentes, turbulencias, inabarcabilidad y cambios discontinuos” característicos de nuestra época, como anota Daniel Innerarity en uno de sus últimos trabajos, los líderes populistas optan por el maniqueismo discursivo y la simplicidad en la acción política. En tal sentido, apelan a fórmulas reductoras (blanco o negro) destinadas a procurar el respaldo de las masas concebidas siempre como indefensas, víctimas de los poderosos. Sí, de por sí, los gobiernos en general tienen dificultades para reconocer y gestionar la complejidad, los populismos muestran una marcada ausencia del sentido de comprensión de las enrevesadas dinámicas de las sociedades actuales.

La democracia es históricamente el sistema mejor equipado para manejar sociedades complejas. Al dar la espalda a la complejidad, al sustraerse de la misma, los populismos también se distancian de la democracia. Y en esto coinciden tanto los populismos de derecha como los de izquierda. Ambos muestran su aversión por el modelo liberal representativo y trabajan por una democracia directa personificada en un líder que sintetiza la voluntad popular. De suyo, este idealizado patrón resulta inviable como lo evidencian experiencias históricas harto conocidas. El precio de este intento es la pérdida del pluralismo regulado por las instituciones que aseguran el libre juego político. Se genera de este modo un “proceso de decadencia incremental en los tres predicados básicos de la democracia: elecciones competitivas, derechos liberales de expresión y asociación, y el estado de derecho” como insiste Adan Przeworsky, refiriéndose a gobiernos de izquierda como el de Chávez o Maduro, o de derecha como el de Trump. El resultado no puede ser otro que el deslizamiento hacia formas autoritarias de gobierno. De esta manera, lo que resulta trascendental a la hora de evaluar los populismos, no es en cual lugar se ubican, si a la izquierda o a la derecha, sino que modelo de democracia propugnan como bien ha insistido Nadia Urbinati .

Luego de comparar tres casos de populismo europeo, Francia, Hungría y Polonia (derecha) y tres de América Latina, Venezuela, Bolivia y Ecuador (izquierda), Susanne Gratius y Ángel Rivero, llegan a la conclusión de que, tanto unos como otros, son profundamente iliberales en el plano económico y en el político; tienen una visión nostálgica de la restauración de la soberanía nacional, de la cual se desprenden sus agendas nacionalistas que en el caso de Europa se manifiesta contra la Unión Europea, y en el de América Latina, contra los Estados Unidos. Por último, ambos prometen un modelo democrático “verdadero”. Sobre la base de estos elementos, los populismos legitiman su discurso.

Quienes ofrezcan su apoyo a liderazgos populistas de uno u otro signo, deberían considerar que, tanto los populismos de izquierda como los de derecha, se sostienen en proyectos políticos los cuales, de materializarse, degradan el orden institucional y ponen en riesgo severo la pluralidad y la libertad política. He allí la principal amenaza que confrontan las democracias hoy día en todo el mundo.



Bibliografía

Bobbio, Norberto (1995) Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política, edic. Taurus, Barcelona.

Gratius Susanne y Rivero Ángel (2018) “Más allá de la izquierda y la derecha: populismo en Europa y en América Latina” CIDOB www.cidob.org

Innerarity, Daniel (2022) La Sociedad del desconocimiento, Galaxia Gutenberg, Barcelona.

Przeworski, Adam(2023) La mecánica del retroceso democrático, Conferencia magistral, México.