En griego antiguo, el término autómatos define algo que “actúa por sí solo”. Para los antiguos griegos, el concepto oscila entre la tecnología, lo mágico y lo divino. En la mitología, muchos de los primeros objetos tenidos por “autómatas”, es decir, capaces de un comportamiento autónomo, fueron creados por Hefesto, el ingenioso dios del trabajo y de la forja. Así las puertas del Olimpo, que se abren “por su propio impulso” (Il. V 749), o los trípodes con ruedas que se desplazan autopropulsados para servir a los dioses en los banquetes (Il. XVIII 373-379), o ya, directamente, unos robots de oro, “semejantes a doncellas vivientes, pues tenían inteligencia, voz y fuerza”, en las que el dios cojo se apoyaba para caminar (Il. XVIII 417-420). Sin embargo, en ningún momento se aclara si estos artilugios se mueven mecánicamente o si hay una especie de encantamiento divino, como es el caso de las criaturas hechas por el aprendiz de brujo del Philopseudes (“el amante de las mentiras”) de Luciano.
Como imitaciones de objetos vivientes, estas creaciones impresionan, pero también causan terror. En Homero y Hesíodo, la palabra daídalon es utilizada SEGUIR LEYENDO>>