Trabajo publicado originalmente el el 09/03/2010 en
http://www.enclavedecine.com/
con el título “El género americano por antonomasia.”
Resumen
One-Eyed-JacksEl western es un género americano clásico que
se centra en contar historias situadas en el Oeste Norteamericano del siglo XIX
con todas las connotaciones humanas, sociales y políticas de la época. Como
género, su esplendor se ha mantenido a lo largo de la Edad de Oro del cine,
pero su prominencia como tal ha decaído desde fines de la década del ’70, si
bien ha logrado en la década del ’90 un reconocido, pero fugaz resurgir.
Palabras o conceptos claves: cine, retrospectiva, western,
géneros, historia
Wester es el género que probablemente mejor defina a la
industria cinematográfica de Estados Unidos y con nostalgia se adentra en los
años de expansión de la civilización por sobre las fronteras de los nativos en
la conquista del territorio virgen.
Las películas de westerns se desarrollan en los estados del
Oste norteamericano durante el periodo que abarca desde el comienzo de la
Guerra Civil en 1860 hasta el final de las llamadas Guerras Indias en 1890, sin
embargo este periodo cronológico presenta sus alternativas. Algunos westerns
incorporan la Guerra Civil, un conflicto esencialmente ligado al este del Río
Mississippi, he incluso han cruzado la frontera norteamericana, frecuentemente
en México.
El denominador común popular de las películas del oeste es
un personaje central de características nómades o errantes similar a los
caballeros de los antiguos cuentos y poesías europeas enfrentando villanos,
rescatando mujeres en peligro y transgrediendo las normas de las estructuras de
la sociedad sin traicionar su honor, bajo la figura de un vaquero o un
pistolero cuya caracterización incluye una vestimenta típica, su revolver y su
fiel compañero el caballo, figura que llega a adquirir dimensiones importantes
para la historia narrada. El western toma estos elementos y los usa para contar
cuentos morales ambientadas en el escenario del oeste, muchas veces un paisaje
desértico, salvaje y desolador con sus ranchos y fuertes en medio de la nada y
otras tantas veces en la típica descripción del pueblo del oeste: el almacén
local, las vías del tren en cuyos vagones albergara persecuciones, un banco que
será atracado, la cantina de bebidas, juegos de azar, música autóctona y
prostitutas, frecuente escenario de peleas y tiroteos entre los fuera de la ley
y finalmente la celda del alguacil que albergara a los malhechores. Como genero
el western es polifacético y contiene varios subgéneros con films que se
ambientan en las Guerras Indias, la Guerra Civil y las Guerras Mexicanas. De
todas maneras, es usual que el western retrate la conquista de la civilización
por sobre la barbarie y la subordinación de la naturaleza o lo nativo o la
confiscación de territorios sobre derechos a los habitantes originales de los
mismos.
El western escenifica una sociedad organizada en base a
códigos de honor, ya sea en familia o en soledad, más que al apego de la ley en
si. En las películas estas temáticas están contrapuestas y el avance de la
civilización es inevitable.
Los primeros westerns eran filmados en estudios, al igual que
otras películas de Hollywood, pero cuando la filmación en exteriores se hizo
mas común, los productores utilizaron locaciones aisladas en el Oeste en
lugares como California, Utah, Arizona, Nevada, Texas, Kansas y Colorado
haciendo del paisaje no solo un factor mas vivido y evidenciable, sino al punto
de convertirse en un factor fundamental del film. Como arquetípicos personajes
vaqueros y pistoleros juegan un rol fundamental en las películas de westerns.
En sus frecuentes batallas contra los nativos americanos, estos últimos son
retratados como villanos y deshonestos, si bien el western revisionista les
otorga un lugar alejado de dicho estereotipo y les da un tratamiento mas
comprensivo de su accionar.
El genero western encuentra sus raíz iniciática en el film
Asalto y Robo al Tren (The Great Train Robbery) que Edwin Porter rodara en
1903, época del cine mudo, haciendo populares a estrellas interpretativas como
Broncho Billy Anderson y Williams S. Hart. Cineastas como David Wark Griffith
con La Masacre (The Massacre, 1909) y una gran cantidad de cortos dieron vida
al género. Durante la etapa del cine mudo John Ford plasmaría en El Caballo de
Hierro (The Iron horse, 1924), un estilo entre romántico y épico que sentaría
la estética que caracterizaría al western clásico que popularizaría con su obra
cumbre La Diligencia (Stategoach, 1939) luego de muchos años de filmar westerns
de clase B. La Diligencia fue un punto de inflexión donde personajes y
situaciones cobraban mas peso y encontraban su densitud moral. Ese mismo año
Cecil B. De Mille filmaría de forma espectacular la construcción de una
ferroviaria en Union Pacific (1939). Los cimientos del género estaban poco a
poco consolidándose y la época de esplendor no tardaría en llegar.
En su desarrollo en Hollywood, es un género con una rica
historia que se extiende en formato y contenido a otros géneros como la
comedia, la parodia y el musical. En su época de oro, el genero esta marcado y
delineado por la obra de dos directores: John Ford y sus innumerables colaboraciones
con el protagonismo del clásico interprete masculino que lo convirtió en
leyenda: John Wayne. y Howard Hawks con su trilogía Río Rojo (Red River, 1948),
Río Bravo (1959) y El Dorado (1966). En los años ’40 otro western de
características románticas y épicas cobraría rumbo de clásico: Y Murieron con
las Botas Puestas (And the died with their boots on, 1941) de Raoul Walsh. John
Ford retornaría a su preciado Monumental Valley con Pasión de los Fuertes (My
Darling Clementine, 1946) para filmar una oscura versión de la batalla en OK
Corral con el mítico personaje de Wyatt Earp en la piel de Henry Fonda, un
western crepuscular que va de lo melancólico a lo trágico.
Dos ejemplos paradigmáticos ilustran el western de aquellos
años: En 1946 Duelo al Sol (Duel at the Sun) una superproducción del
todopoderoso productor David O. Selznick y dirigida por King Vidor y en 1956
Más Corazón que Odio (The Searchers) mostraba a John Wayne como el típico héroe
de estas películas que acapararía la atención en el conflicto armado. El
arquetipo de protagonismo masculino que encarnaba Wayne atraía a la audiencia y
otra faceta del mismo entregaría en su enésima colaboración con Ford para la
magnifica El Hombre Tranquilo (The Quiet Man, 1952) en un tándem que genero devoción
entre los fervientes seguidores del genero he hizo de la década del ’50 el
mayor esplendor del western en toda su historia.
Algunos westerns posteriores a la Segunda Guerra Mundial
comenzaron a cuestionarse los ideales y el estilo del western tradicional.
Buscando nuevos horizontes se descubren elementos narrativos y estilísticos que
transformaron el lenguaje: un tono mas oscuro generalizado, un sentido mas
cabal del antihéroe, papeles mas preponderantes para roles femeninos, un
retrato mas sincero de los nativos americanos, una visión critica sobre los
grandes negociados, el gobierno americano, la milicia y su política de acción.
De pronto comienza a cuestionarse el accionar de las figuras masculinas, hay un
incremento en el uso de la violencia y se incluye si bien de forma no
tradicional el factor sexual, se añade el humor negro. Es decir, hay un cambio
radical que favorece al realismo, por sobre el romanticismo de otras épocas,
como lo es el clásico de culto de Nicholas Ray Johnny Guitar (1953) y su
despliegue casi operístico.
Durante las décadas del ’60 y ’70, el genero arribo a
Italia con el formato de Spaghetti Westerns o Italo-Westerns. Muchos de estas
películas eran de bajo presupuesto y rodadas en locaciones que en sus paisajes
remitían a las utilizadas en Norteamérica. Los Spaghetti Westerns se
caracterizaban por la presencia de más acción y violencia que los típicos westerns
hollywoodenses. De este subgénero, sobresale la obra de Sergio Leone, films de
un tono parodico, en las antípodas de lo concebido por aquellos años de oro en
Hollywood, como por ejemplo Solo Ante el Peligro (High Noon, 1952) de Fred
Zinnemann y protagonizada por Gary Cooper. Cooper fue otro referente del
genero, que también trabajara a las ordenes de Robert Aldrich en Veracruz
(1954, junto a Burt Lancaster) Anthony Mann, exitoso director de películas del
oeste, como lo demostró junto a James Stewart (un interprete clásico de este
tipo de papeles) en Winchester ‘73 (1950), pero estos últimos ejemplos
encumbrados dentro del denominado western tradicional. Charles Bronson, Lee van
Cleef y Clint Eastwood se convirtieron en estrellas del género del Spaghetti
Westerns, compartiendo la fama y repartiéndose los papeles con otras figuras
rutilantes de la época como Jason Robards, James Coburn y Henry Fonda.
El Spaghetti Western obtiene dicha denominación al porvenir
de Italia y encontrar allí su nido ideológico y financiero. Caracterizado en
sus origines por el bajo presupuesto, una violencia mas marcada, una puesta en
escena minimalista que desmitifico ciertos estándares del western clásico ya
establecidos como convenciones. El mas conocido y al mismo tiempo paradigmático
arquetipo de este subgénero sea la trilogía dirigida por Sergio Leone: Por un
Puñado de Dólares (Per un pugno di Dolari, 1964), La Muerte Tenia un Precio
(Per qualche dollaro in più, 1965) y El Bueno, el Malo y el Feo (The Good, the
Bad and the Ugly, 1966). Quizás este ultimo film el pináculo de la trilogía,
protagonizadas por Clint Eastwood y con los acordes musicales compuestos por
Ennio Morricone, un sinónimo del género fruto de futuros homenajes. Leone
acrecentaría su mito como realizador de westerns con la impecable Erase una Vez
en el Oeste (Once Upon a Time in the West, 1968).
El término revisionista aplicado al western, se usa para
describir films que cambian la concepción tradicional del mismo en base al uso
de nuevos elementos narrativos, estéticos y la incorporación de nuevos puntos
de vista estilísticos e ideológicos. Entrados los años ’60, muchos realizadores
comenzaron a cuestionarse el cambiar la manera tradicional de hacer westerns,
en principio incrementando de forma positiva el rol de los nativos americanos
hasta el momento tratados de salvajes. La audiencia también comenzó a
cuestionarse el arquetipo héroe versus villano y el paradigma moral de usar la
violencia para probar o justificar el accionar de sus personajes. Al mismo tiempo,
las mujeres comenzaron a recibir roles mas preponderantes. Y quizás una
perfecta combinación de revisionismo y entretenimiento resulto el clásico de
George Roy Hill Dos Hombres y un Destino (Butch Cassidy and Sundance Kid, 1969)
con dos figuritas masculinas de moda por entonces: Paul Newman y Robert
Redford.
Si vaqueros y malhechores son iconos de los héroes y
antihéroes americanos en un genero tan modelo de dicha sociedad y sus bases
como el western, el hecho de trasladarlos a otros genero puede parecer como un
proceso natural a lo largo de los años. Esta especie de transición entre el
genero pionero que sentó las bases de un lenguaje cinematográfico y por otro
lado de la aceptación de nuevas ideas para aplicarlo a otros contextos hace
plausible el hecho de que parezca compatible con historias de ficción que toma
parte en otros ambientes y donde un régimen sin ley lucha por la supervivencia
social. Poco a poco y a medida que el genero se fue popularizando, algunos
especialistas argumentaban que el western no necesariamente tenia que
desarrollarse en el Oeste Americano, sino que en sus códigos podían encontrarse
abordaje de temas en común y características formales del western. Tales son
los casos de Los Siete Samuráis (Sichinin No Samurai, 1964) de Akira Kurosawa
-en cuya concepción se inspiró Los Siete Magníficos, un clásico western
tradicional-, Hud (1963) de Martin Ritt o Los Inadaptados (The Unforgiven,
1961) de John Huston, una muestra brillante del género.
A la par de este movimiento, en la década del ’60 la
corriente crítica comenzó a considerar desde otra perspectiva al cine y esta
evolución, intelectual si se quiere, emergía como una visión del cine como una
forma de arte emergente. En ese entonces, la teoría sobre los films intentó
buscar el significado mas profundo de las películas bajo su estructura
semántica y considerando el ambiente de donde surgía el western se lo
catalogaba con una moral simplista lo que convirtió al genero en una serie de
convenciones y códigos que se relacionaban con su audiencia de forma metódica y
cuyos personajes y situaciones se atenían a los lugares comunes y la
repetición, visión que precipito el ocaso del genero hasta amenazaron su
desaparición. Cineastas emergentes vieron la veta en el género como una
oportunidad para expandir su crítica sobre la sociedad americana y sus valores,
como lo ejemplifica Pequeño Gran Hombre (Little Great Man, 1971) de Arthur Penn
o para desmitificar ciertos cánones del género como la notable La Pandilla
Salvaje (Wild Bunch, 1969) de Sam Peckinpah. Otros films, como los dirigidos
por Clint Eastwood siguieron la línea como es el caso de El Fugitivo Josey
Wales (The Outlaw Josey Walles, 1976) que daba relevancia al reparto femenino y
trataba a los nativos de una manera más comprensiva y posteriormente una
revisión más nostálgica como lo fue El Jinete Pálido (Pale Rider, 1985).
El mismo John Wayne, icono protagonista del masculino héroe
del western se animó a la dirección con el clásico de tonos épicos El Álamo
(The Alamo, 1960). Por ese entonces, una figura ajena al género demostraría en
su opera prima sus dotes de buen director y su acertado manejo de los tiempos
del género: un acercamiento a los dobleces, ambigüedades, revanchas y venganzas
lo fue El Rostro Impenetrable (One Eyed-Jacks, 1961), de Marlon Brando. Incluso
John Ford formaría parte de esta corriente revisionista reuniendo a John Wayne
y James Stewart ya en las postrimerías de su carrera, junto a Lee Marvin para
un clásico imprescindible del genero como lo fue Un Tiro en la Noche (Shot in
the Dark, 1962), la última gran obra de Ford.
Al esplendor del género le siguió indefectiblemente su
decadencia. En los años ’60 Estados Unidos vivió años turbulentos en cuanto a
los social y lo político; la maquinaria de los grandes estudios se resintió,
dando paso a una etapa de profundos cambios. Y el género vivió sus años de
ostracismo y tardo en recuperarse. Luego de un declive marcado en los años ’80
de cuya evidencia el ejemplo más paradigmático sea el estrepitoso fracaso de
Las Puertas del Cielo de Michael Cimino (Heaven’s Gates, 1980), hubo una
corriente que volvió a poner de moda al género en base a nociones mas realistas
y crudas y menos glamorosas o románticas, así, fueron ejemplos Cabalgata
Infernal (The Long Raiders, 1980) de Walter Hill, Silverado (1985) de Lawrence
Kasdan.
Más tarde, la obra maestra de Eastwood Los Imperdonables
(The Unforgiven, 1992) utilizo un tono dramático para criticar el típico uso de
la violencia del western con el objeto de promover falsos ideales de hombría
que por su condición se abusaban de las mujeres y de las minorías étnicas. Sin
embargo, otra moda fue cobrando films similares que nutrieron al género. Estos
fueron cierto tipo de films tienen un desarrollo contemporáneo en el tiempo,
sin embargo utiliza temáticas del Antiguo Oeste en cuanto a situaciones y
personajes y sus motivaciones o derivaciones, a la vez que toman parte en el
Lejano Oeste, muestran la progresión como civilización a finales del siglo XX,
como por ejemplo Estrella Solitaria (Lone Star, 1996) de John Sayles o Un Mundo
Perfecto (A Perfect World, 1993) de Clint Eastwood o incluso la bizarra
concepción del género de Robert Rodríguez para su El Mariachi (1993).
Mas adelante en el tiempo, esta concepción seria tomada de
forma paródica o puramente livianas para brindar films que auto justificaban
estos códigos como Maverick (1994) de Richard Donner o Rápida y Mortal (The
Quick and the Dead, 1995) de Sam Raimi. La opera primera de Kevin Costner Danza
con Lobos (Dance with the Wolves, 1990) resucito los mitos y las convenciones
originales del género, pero preservo las polaridades extremas que catalogaban a
los personajes como buenos o malos. Como dicho anteriormente, Los Imperdonables
(The Unforgiven, 1992) de Clint Eastwood, siguió con éxito este renacer en base
a personajes que no dejan la vida de forma heroica, sino que sufren y padecen y
donde personajes conflictuados se redimen tomando venganza. En ciertas
ocasiones el género western se ha visto combinado con elementos de otros
géneros, si bien ha mantenido elementos de la puesta en escena y descripción de
personajes reconocibles a las historias del oeste. Wild Wild West (1999)
represento una mezcla de western, aventura y ficción, mientras que el
acercamiento de Robert Altman a Buffalo Bill en 1975 y su serie de remakes en
los ‘90 resultaron tan reiteradas como excéntricas. Por su parte, Jim Jarmusch
acerco su visión de autor a un western rodado en blanco y negro y con las tan
particulares estéticas visuales y narrativas que hicieron de Dead Man (1995) un
exponente metafórico y místico. Incluso el papel del héroe como un ser estoico
e individualista apegado a su propio código de honor que se convirtió en una
marca clásica del héroe del western.
Puede ser reconocido en personajes interpretados por
protagónicos del género noir o incluso superhéroes del cine fantástico, con la
salvedad de desenvolverse en un contexto urbano. Otra vuelta de tuerca al
género resultó una concepción futura, casi apocalíptica del mismo donde una
sociedad lucha por reconstruirse en medio de una catástrofe como valen de
ejemplo El Mensajero (Messenger, 1994) de Kevin Costner y Mad Max (1979)
protagonizada por Mel Gibson. Ciertas convenciones del género fueron tomadas y
transferidas a obras de ciencia ficción, como la estructura narrativa que de
forma tan original impuso Solo Ante el Peligro fue adaptada por Peter Hyams en
Atmósfera Cero (Outland, 1981). Aun más emblemático es el caso de George Lucas
y su obra maestra La Guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977), film que uso
diversos elementos del western, entre ellos la puesta en escena de una cantina
o la vestimenta del personaje de Han Solo, con el objeto de revitalizar cierta
mitología cinematográfica que durante largo tiempo se le atribuyo al género.
Figuras como Kevin Costner y Clint Eastwood tanto en sus
labores actorales como de dirección, han ayudado a revitalizar un genero que
parecía perdido y se han convertido en protagónicos iconos y referentes de la
nueva corriente del genero, rescatando valores olvidados y ofreciendo un matiz
contemporáneo valioso y palpable. El género jamás recuperó sus mejores días y
quizás su esplendor ya no vuelva, pero si estrellas como las mencionadas se
mantienen activas, seguirán contribuyendo a que siga vigente y seguramente
servirán de inspiración para que futuras generaciones sigan produciendo y
aportando en un arquetipo que lleva la clásica marca de la historia
norteamericana. Más allá de sus altos y bajos a lo largo de los años, quizás
sea esa cualidad la que en Hollywood lo convierta en inmortal.