Henrique Capriles Radonski - PRÓLOGO AL LIBRO "EL CAMBIO" DE FERNANDO MIRES


Como muchos otros venezolanos, he estado interesado desde hace ya varios años en lo que dice sobre nuestra Venezuela el politólogo chileno Fernando Mires. No tengo el gusto de conocerlo personalmente, pero de tanto leerlo, me he familiarizado con sus ideas. Debo haber tenido el primer contacto con sus ideas leyendo entrevistas que le hicieron en la prensa, y más tarde he ido siguiendo los artículos que ha publicado en distintos medios impresos y electrónicos. Desde el principio, me han sorprendido la claridad y la solvencia intelectual de sus análisis sobre nuestro proceso político. 

Mires advierte, con precisión, cómo en Venezuela los cambios que se han producido en estos años han disminuido el papel protagónico, casi monopólico de los partidos políticos, para dar paso a un caudillismo inoperante sin fundamento ideológico y de un pragmatismo agobiante que somete a los ciudadanos a su arbitrio, permitiéndoles apenas una participación política en eventos electorales periódicos. He aprendido cosas que no sabía, gracias a su visión histórica, y he visto nuevos ángulos o aristas en lo que nuestro pueblo ha estado viviendo, gracias a la perspectiva de este intelectual chileno que, como vine a saber más tarde, ha estado vinculado a Venezuela, de una u otra manera, durante décadas, principalmente a través de nuestra Universidad Central. Aunque encuentro que él y yo pensamos lo mismo sobre el valor del camino democrático para Venezuela, no siempre he estado totalmente de acuerdo con sus apreciaciones, pero las tomo siempre en cuenta porque tienen el sustento de quien no solo ha 10 estudiado la historia política de nuestro país y nuestra región, sino que también la ha vivido. 

Mires fue uno de esos académicos que tuvieron que dejar Chile cuando comenzó la dictadura pinochetista en 1973. En Venezuela los conocemos bien, porque la democracia dio refugio a varios de ellos y el país se benefició de su trabajo y sus conocimientos. Mires se estableció en Alemania, donde sigue activo como profesor de la Universidad de Oldenburg, pero desde allá construyó una carrera como investigador, docente e intérprete de lo que ocurría en América Latina. A mí me parece que su tema principal es el efecto que los fanatismos han tenido sobre el bienestar de nuestros pueblos, cómo las etiquetas ideológicas han servido para demorar el desarrollo de la democracia y para impedir la justicia y la igualdad. Creo que su interés en Venezuela comenzó, como el de otros latinoamericanos, por el hecho de que cuando él tuvo que dejar su país, aquí teníamos una democracia funcional, con sus defectos, con sus imperfecciones, pero que contrastaba con, por ejemplo, el régimen militar que había en Chile, que hoy sabemos cometió tantas violaciones de los derechos humanos. 

Cuando nuestro país entró en la crisis en la que todavía está atrapado, por el fracaso de un modelo y por los errores que se han cometido de lado y lado, Fernando Mires encontró muchas nuevas cosas que pensar y que enseñar en esa Venezuela que estaba en su mente –y me atrevo a decir que en su corazón– desde que era un joven profesor exiliado. Los artículos que reunió para este libro son solo una muestra de todo lo que ha escrito sobre nosotros. Se ocupan de este momento específico que estamos atravesando, en el que la demanda de cambio de nuestro pueblo se ha hecho inocultable. Vemos aquí cómo el profesor Mires examina con muchísima atención lo que hemos vivido a partir del fallecimiento del presidente Hugo Chávez, cómo sigue lo que hacemos nosotros desde la alternativa 11 democrática y lo que hacen y dicen los personeros del gobierno, y cómo no pierde nunca de vista las necesidades de nuestro pueblo. Mires ha sido enfático en que las fuerzas del cambio deben defender a los más pobres, los que alguna vez creyeron en Chávez y ahora respetan lo que proponemos nosotros y lo que hemos demostrado con nuestro trabajo, y en que de ninguna manera el actual gobierno debe ser reemplazado con una agenda de restaurar el statu quo que teníamos en Venezuela antes de que Chávez llegara a la presidencia. 

Por mi parte, aprecio mucho cómo Fernando Mires ha reconocido nuestra lucha por hablarle siempre a nuestro pueblo con la verdad, que seguimos creyendo es la manera de enfrentarse a un gobierno que nos pretende callar a punta de mentiras, mientras tiene al país en el suelo. Pero más allá de lo que él ha dicho sobre nuestro liderazgo –que incluye señalamientos críticos hacia algunas decisiones que hemos tomado–, me llama mucho la atención cómo ve Venezuela como un experimento histórico en el que una ideología ya fracasada en el siglo XX se encontró con una segunda caída del muro de Berlín. Escribe que “el chavismo no vino para quedarse” y que el cambio es irreversible. No creo que lo estuviera diciendo si no estuviera seguro, desde toda su experiencia, de que es así. 

Celebro la publicación de este libro de artículos de Fernando Mires porque cuando uno los lee o los relee todos juntos puede captar con más claridad lo que un estudioso de la historia y de la política como él, que conoce bien nuestro país pero tiene también el beneficio de la distancia, ha estado tratando de aconsejarnos: que solo mediante la no violencia, la defensa de la democracia y el compromiso con las verdaderas necesidades insatisfechas de nuestro pueblo, es como Venezuela encontrará su camino de progreso. Finalmente, mi gran coincidencia con el profesor Mires es que el futuro debemos encontrarlo en el centro, no en los extremos, 12 sino fuera de ellos. Un centro comprometido principalmente con la superación de la pobreza. Como bien dijo Mandela: “La pobreza y la desigualdad son enemigos de la paz duradera y la estabilidad”. 

Henrique Capriles Radonski Caracas, abril de 2016