En un ensayo del libro de George Steiner: Pasión intacta, se nos presenta el acto de la concentración del pensador de Le philosophe lisant (1734), en el acto de penetrar en el mensajedel libro. La obra que constituye la base del ensayo es una pintura de Jean-Baptiste Chardin, con este último epígrafe.
Se destaca en el trabajo de Steiner el cuadro de la acción de pensar y trabajar sobre el texto mientras se lee. Hay una detallada presentación de la escena en la pintura: El atuendo del viejo pensador, el reloj de arena, los tres discos de metal, como medallas que aparecen sobre la mesa donde está el libro, el cálamo con que hará las notas marginales o anotaciones del texto en la lectura, un alambique con sus implicaciones científicas. Una calavera.
Todos los elementos allí presentes dan al ambiente el significado del tema: El atuendo es el de un hombre dedicado a la actividad del pensamiento, investido de autoridad intelectual y destacado socialmente como guía espiritual: nos recuerda a Rembrandt. El reloj de arena en flujo constante contrapone el paso ligero del tiempo con la perennidad del libro, es decir la palabra. Los discos metálicos pueden ser medallas con emblemas heráldicos, o monedas del metal maduro para el comercio, perdurables más allá de su uso. Y la calavera, que lo dice todo.
El ambiente sugiere la concentración del filósofo, el ejercicio silencioso de la memoria como receptáculo de las ideas tomadas del libro. Dice Steiner que hoy día la memoria ha sido desplazada del aprendizaje y que predomina la amnesia planificada. Y dice también todo se logra mediante la concentración en el trabajo de leer con sentido crítico.
Yo añadiría que toda creación de arte exige la concentración y excluye la atención hacia otras manifestaciones de la realidad.
¿Pero es la poesía una creación intencional del intelecto?
En un ensayo anterior he expresado el carácter racional – intelectual de la literatura como actividad artística: La poesía pertenece al género literario por utilizar la palabra como medio de producción de imágenes con las que hace la representación del mundo, pero es algo más: imaginación –espiritual y sensual – y lenguaje para comunicar algo que sólo de esa manera puede comunicarse.
El poema se justifica por sí mismo, y supone una reducción muy importante de la estructura socialmente preconcebida (presentación visual en versos, rimas consonantes o asonantes, etc.), pues todas las reglas académicas se consideran inaceptables en la creación del poema, si con ellas se persigue solamente la perfección de la forma de la composición.
La poesía tiene cualidades especiales que la diferencian en las letras concebidas como expresión humana del mundo: Es una creación infusa, vehículo del mundo interior intuido, sin el raciocinio de la prosa que nos relata algo que ha sucedido en una época o en un espacio delimitado en lo narrado. Puede haber poesía en alguna obra en prosa, pero si su contenido es susceptible de ser dicho de modo discursivo- explicativo ya no será poesía.
Cada obra poética es fruto de una experiencia intuitiva personal con algo de mística y que puede representar el pulso de la sensibilidad de una colectividad, en busca de la pervivencia del espíritu de la humanidad.
¿Cuál es el misterio poético? Toda poesía es imagen que nos conduce a establecer y sentir como próximos y conexos, elementos que la vida aparencial o del intelecto considera aislados y heterogéneos. Un poema crea una relación entre elementos y situaciones aparentemente incompatibles y desemejantes, que por obra de la metáfora establece analogías no nacidas del pensamiento racional. Y todo se logra mediante la imagen como recurso indispensable de la poesía.
Novalis identifica de modo expreso el poema con el sueño: la correspondencia entre la iluminación exterior y el fondo psíquico. La noche favorece una ensoñación mística y permite a las cosas agruparse en un orden poético conforme con la libertad del creador. Es el llamado “Idealismo mágico” de Novalis, basado en la analogía que existe entre el alma individual y el cuerpo humano, por una parte, y la que se da entre el alma y el Universo.
La poesía es lo absoluto.
Siempre se ha hablado de la proximidad existente entre la magia y la poesía. Esta semejanza ha venido decayendo y ha disminuido la cosmovisión mágica de la percepción de las cosas, para darle entrada a las articulaciones de la lógica: dominio de la razón razonante por encima de la intuición poética.
El carácter analógico de la poesía lo explica Julio Cortázar, y cita una estrofa de un poema de Ezra Pound:“el ciervo es un viento oscuro”. A nadie se le ocurrirá pensar que el poeta estadounidense tuvo la idea de que ciervo y viento fuesen la misma cosa: No son dos cosas simultáneamente una y la misma. Lo que el poeta expresa es una participación o relación de conceptos entre ambas cosas: ciervo y viento oscuro. Porque la participación consiste en borrar la dualidad, infringiendo el principio aristotélico de no contradicción, que es una de las leyes del pensamiento lógico: “NADA PUEDE SER Y NO SER SIMULTÁNEAMENTE.” El poeta Ezra Pound quebranta el principio de no contradicción y es el mismo poeta quien da la intuición de simultaneidad al borrar la dualidad.
Música y poesía están hermanadas. Musa es inspiración, y es el origen de la palabra música. Ambas expresan la armonía de signos contrarios y unificación de términos discordantes.
En la aparición del poema está contenido el mundo del creador al momento de concebir la obra. No es un entretenimiento el acto poético ni la presentación del texto de acuerdo con formas pacíficamente admitidas para el poema. Y diría más: Tampoco es la estructura lo que caracteriza al poema. Un soneto formalmente compuesto con las reglas que lo definen puede carecer del aliento poético, y entonces no será poesía.
En el poema está la fusión de las cosas que pueblan el mundo, hasta aquellas que provienen de la imaginación y no tienen existencia real. Porque es precisamente por ello que el poema es la forma mágica del principio de identidad, la urgencia analógica que conduce a significar con una palabra todos los fenómenos que se presentan a nuestra percepción, y de tal modo crear una realidad que es otra y distinta de la que los sentidos nos proponen.
El poeta alemán Schelling decía en su obra: Sistema del idealismo trascendental que lo que denominamos naturaleza es un poema encerrado en caracteres misteriosos y admirables: “…si el enigma pudiera develarse, conoceríamos la odisea del Espíritu, el cual, por admirable ilusión, buscándose a sí mismo, huye de sí mismo”.La poesía nombra el ser de las cosas, no es un decir caprichoso sino una revelación.
El silencio que percibimos en la pintura de Chardin contrasta con la áspera realidad de nuestro mundo de hoy. Violencia sin justificación, ruido confuso, banalidad de la existencia, ambición material de riqueza o de fama como único propósito vital.
Se retira entonces el poeta al silencio del claustro y deja sobre la mesa el libro abierto, sostenido por una de las medallas. La luz que iluminaba su rostro y las páginas del libro va extinguiéndose, y el viejo pensador camina lentamente hacia la noche.
DEBER DEL POETA
Pablo Neruda
*
Y yo transmitiré sin decir nada
los ecos estrellados de la ola,
un quebranto de espuma y arenales,
un susurro de sal que se retira,
el grito gris del ave de la costa.
Y así, por mí, la libertad y el mar
responderán al corazón oscuro.
También nos recuerda de estos deberes esta estrofa del poema “Elevación del ser”, del poeta venezolano Vicente Gerbasi:
“Quieren olvidar que Dios resplandece a través del arcoíris;
que la brisa, en las calles tumultuosas,
es un recuerdo de las flautas escondidas en los bosques.
Quieren olvidar que en mí los días se mueven en el canto de las aves.
Que en las noches yo enciendo una alta fuente luminosa
para llenar de colores mi fabulosa ciudad dormida.”