Fernando Mires – CIUDADANOS, UN PARTIDO DEL SIGLO XXl



2015 ha sido un año histórico para España. Ha sido, ya no caben dudas, el año del fin del bi-partidismo. Podemos de Pablo Iglesias y Ciudadanos de Albert Rivera ya están consolidados en la vida política de la nación y todo indica que será imposible sacarlos de ahí. No obstante,  el nuevo cuadrilátero ha tomado una forma distinta a la que suponían cálculos y previsiones. 
El Partido estrella, el de la renovación, el que daría un nuevo impulso a la vida política, iba a ser, según todas las opiniones, Podemos. Ciudadanos venía de Cataluña, tenía 8 años de vida, mantenía un crecimiento sostenido pero sin estridencias, no convocaba a multitudes, en fin, para sus adversarios no pasaba de ser una fracción moderna del PP. Las cosas, sin embargo, se han dado de modo diferente.
En las elecciones del 27-S de Cataluña en las cuales era esperado el triunfo de los secesionistas, el gran acontecimiento no fue ese sino la alta votación obtenida por Ciudadanos. ¡Más que el PP y el PSOE juntos!
Hoy el partido con más posibilidades de detener al secesionismo catalán es un partido catalán. Desde sus primeros momentos, Ciudadanos, sin negar sus orígenes, ha levantado una política para toda la nación española. Razones suficientes para que intentemos buscar una respuesta a la pregunta: ¿Qué es Ciudadanos?
Como ya hemos dicho, es un partido catalán no secesionista. A diferencia de otros partidos de la región, no defiende una cultura atávica. Viene de la Cataluña económica y cultural moderna, bilingüe y cosmopolita, en fin, de una que no se encierra en rencores y miedos tribales y, por el contrario, abre sus alas con generosidad a todo el país.
Gran parte de las fuerzas de Ciudadanos reside en las grandes ciudades. En estricto sentido hace honor a su nombre. Ciudadanos es un partido de ciudad. En el sentido griego del término, es un partido de polis.
Así como en las antiguas polis griegas los ciudadanos no eran solo los que vivían en la ciudad sino los que no estaban sujetos a obligaciones y por lo tanto tenían tiempo para pensar y polemizar, Ciudadanos ha logrado unir en su torno a destacados profesionales activos en los campos de la economía, la comunicación y la cultura. No es, sin embargo, un partido de elite. Tampoco es clasista. Sus políticas no están ligadas a ningún sector específico de la sociedad española.
Puede decirse que Ciudadanos es un partido gestor. Frente a cada problema busca soluciones racionales. Por lo mismo –es su diferencia con Podemos- no es un partido ideológico. Eso no quiere decir que carezca de principios. En gran medida intenta concentrar en sí los legados más caros del liberalismo político como son la defensa de los derechos humanos, la solidaridad con los necesitados y un innegable apego al orden constitucional. Razones que lo llevan a crear cierta empatía con los sectores modernos del PP y con gran parte del PSOE.
No obstante, a diferencia de los dos partidos grandes, Ciudadanos no es tributario de ningún pasado, es decir, no está atado ni en sentido positivo ni negativo a ninguna tradición histórica. Nadie puede decir -es la gran diferencia con el PP- que dentro de su organización pervivan matices franquistas. Tampoco proviene de un gran movimiento social, como socialistas y comunistas del movimiento obrero o como Podemos de las rebeliones de los Indignados. No es un partido “pasadista”. Tampoco enarbola banderas futuristas. En el sentido correcto del término, es un partido “presentista”.
Su nacionalismo, catalán y español, no reside en gestas reales o inventadas, sino, dicho en las palabras de Albert Rivera, en un patriotismo constitucional (concepto de Jürgen Habermas). De acuerdo a Rivera, España necesita una nueva constitución que atienda a la realidad heterogénea de la nación y regule de modo más armónico la relación entre las municipalidades, el Estado y las comunidades.
A la pregunta de sí es de derecha o de izquierda, no hay respuesta clara. Pues bien, justamente en esa falta de claridad reside la gran novedad de Ciudadanos. Algunos de sus contingentes, es cierto, vienen del PP, pero de un PP que había arrebatado votos al PSOE. Más aún: la tendencia es que, como ya sucedió en Cataluña, el PSOE comenzará a perder más votos frente a Ciudadanos que frente a Podemos.
La razón parece ser la siguiente: Ciudadanos es un partido más moderno que Podemos. Este último, montado sobre las movilizaciones de los Indignados de 2011, no ha podido desligarse de las ideologías más arcaicas de la izquierda española. No son pocas las veces en las cuales a través de las palabras de Iglesias nos parece escuchar a la Pasionaria pero en un tiempo sin revolución, sin guerra civil y sin movimiento obrero. Podemos, al lado de Ciudadanos es, en su ideología y en su estructura, un fantasma del pasado.
La ruptura  con la geometría clásica izquierda-derecha ya se viene anunciando desde hace algún tiempo, aunque de modo intermitente, en la política europea. Cuando aparecieron los Verdes en Alemania su retórica heredada de la izquierda estudiantil no podía ocultar que sus demandas eran esencialmente conservadoras. Del mismo modo, Solidarnosc en Polonia, representaba al movimiento obrero, pero era anticomunista, y en gran parte rendía culto a la tradición católica de su país.
A ese nuevo lugar situado “más allá de la izquierda y la derecha” pertenece Ciudadanos. No deja de ser interesante mencionar que también la líder indiscutida de Europa, Angela Merkel, es tildada por sus adversarios de derecha como izquierdista y por los de izquierda como derechista. Lo mismo ocurre con Albert Rivera en España. Al igual que Merkel, y a diferencia de los políticos tradicionales de su país, Rivera no es un líder de inflamadas oratorias, no se dirige a las masas ni busca protagonismo medial a todo precio. Su estilo es más bien reflexivo, sus proposiciones son concretas y realizables. No se aparta ni un segundo de la realidad inmediata.
Ahora bien, precisamente la imposibilidad para medir a Ciudadanos con los parámetros clásicos de izquierda- derecha, ha hecho posible que el partido de Rivera sea el único de España que está en condiciones de formar coaliciones con las otras tres fuerzas del espectro político si las condiciones así lo determinan. Los tres partidos restantes, PP, PSOE y Podemos, temen, y con razón, a Ciudadanos. Pero al mismo tiempo –esto es más importante todavía- los tres se mueren por tenerlo como aliado. Si eso no es hegemonía, no existe la hegemonía
Por supuesto, nadie está diciendo que ha aparecido un partido-Mesías. Al estar formado por seres humanos quebradizos como son los de todos los partidos, lo más probable es que Ciudadanos arrastre consigo antiguos vicios que existen en la política desde que hay política. Lo único que aquí se quiere remarcar es que estamos frente a una novedad cuyos límites probablemente no terminan en España.
No son pocos en verdad los países que necesitan con urgencia de un partido como Ciudadanos. Y no solo en Europa.
13.10.15