Para
quienes no son chilenos y no saben quien es Carlos Caszely, un par de
informaciones. Caszely es uno de los más grandes futbolistas que ha tenido el
fútbol chileno en toda su historia. Pero, además, uno de los pocos que han
sabido emitir opiniones sobre temas culturales, sociales y políticos. Fue un adversario declarado de
la dictadura de Pinochet.
Recientemente
causaron emoción en Alemania las declaraciones de Caszely en el documental
dirigido por el ex futbolista Eric Cantona titulado Rebellen am Ball (Canal Arte)
en donde relata acerca de las torturas a las que fue sometida su madre por la
dictadura mientras él jugaba en España. Fue, además, uno de los más activos
militantes en la causa del “NO” que llevó
a la salida de Pinochet. Durante el segundo gobierno de Bachelet fue nombrado
agregado de Deportes en la Embajada de Chile en España.
Y bien, Carlos Caszely ha sido destituido de su cargo diplomático por
el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. ¿Cuál fue la razón? Las
siguientes declaraciones emitidas en una entrevista hecha por el diario El Mundo de España: “No me parece bien que PODEMOS hable de libertad y reciba bajo la mesa dinero de (Nicolás) Maduro”
Caszely, estemos de acuerdo o no, no dijo nada que no se hubiera
sabido; no reveló ningún secreto de estado; emitió una opinión muy personal y
en ningún caso comprometió al gobierno chileno opinando sobre algo acerca de lo
cual hablan todos en España (caso de los mal ganados dineros de Monedero,
dirigente de Podemos). En su chilenísimo lenguaje lo explicó así: “Yo nunca le
quito el poto a la jeringa. Aquí (el tema) estaba muy de moda. Salía en los
diarios, en la televisión, en las radios, en el café. En todos lados salía eso.
Por lo tanto, yo hice el mismo comentario. Nada del otro mundo”
Los argumentos del Ministerio del Exterior para justificar la
destitución de Caszely fueron, en cambio, de bajísimo corte leguleyo. Según el
instructivo, afirma el comunicado, no está permitido a los diplomáticos “hacer
declaraciones o publicar artículos referentes a la política interior de Chile y
por cierto a la de los estados ante los cuales se encuentran acreditados”. Sin
embargo, Caszely no se refirió al estado chileno ni tampoco al español; solo
al gobierno venezolano y a un partido político sin responsabilidades
gubernamentales; y nada más.
¿Caszely no fue muy diplomático? Por supuesto. Caszely no es un
diplomático de carrera; y si llegó a ocupar ese puesto fue por sus dotes
deportivas y personales. Por lo demás, el mismo lo dijo con gran sinceridad:
“Yo de diplomático no tengo nada (Ríe). Voy a seguir diciendo las cosas que
estimo conveniente. Y si me tengo que ir ¿Cuál es el problema?”
Caszely es un ex futbolista que ocupaba un cargo diplomático de baja
importancia política y de nivel más bien simbólico. Esa es la razón que hace
pensar que su destitución tiene un carácter oscuramente politiquero, una
intriga, algo que nunca va a reconocer, por supuesto, el gobierno chileno. Pues
en Chile se reconoce todo, todo menos a la verdad.
Basta leer las declaraciones de personeros de alto cargo sobre los casos
de corrupción que azotan a toda la clase política, desde la derecha hasta la
izquierda, hasta alcanzar a la propia familia de la presidenta. Allí, en ese
país, todos mienten, mienten descaradamente, mienten a destajo, mienten sin
parar. Pero quienes mienten no son destituidos. En Chile solo se destituye a la
gente cuando dice la verdad. Y Caszely la dijo.
Por cierto, la verdad política no es la verdad religiosa. El político
tampoco debe ser un buscador permanente de la verdad. Si todos los políticos
dijeran lo que piensan a cada momento, habría más conflictos de los que ha hay; de
eso no cabe duda.
Pero Caszely -eso es lo que no entienden en Chile- tampoco
es un profesional político. Opina sobre política y da respuestas políticas solo
cuando le preguntan sobre política. Y responde con la que él piensa es la
verdad: su verdad. Y su verdad es muy clara: “Yo creo que existen los buenos y
los malos. Punto. No existen más. Existe gente buena y gente mala en todos
lados. Y eso lo dije siempre”
Pero ¿qué se puede esperar de un gobierno que pese a tener detrás de sí
a una feroz dictadura, calla cuando en Venezuela -país que recibió a muchísimos
chilenos que huían de esa misma
dictadura- son violados los derechos humanos, la justicia transformada en una
oficina del poder ejecutivo, la prensa silenciada, los estudiantes reprimidos a
balazos? Chile, digámoslo claro, es un país que no tiene política
internacional. Pero eso no es ni puede ser culpa de Caszely.
Hace ya muchos años lo vi debutar en Colo Colo, el equipo de mis amores.
Fue contra el Santiago Morning, en 1967. Él era casi un niño. Pero de inmediato
llamó la atención por su capacidad para moverse con inteligencia en los más
pequeños espacios. “El rey del metro cuadrado” fue su apodo futbolístico. La
gente lo quería y muchos, todavía hoy, lo queremos.
Pobre gente la que lo
destituyó. Ni siquiera se han dado cuenta del daño que han hecho a la imagen
del gobierno chileno en el exterior. Porque esa destitución sí fue un gran
error diplomático. Hoy en casi toda España hablan de Caszely, de Maduro y de
Podemos. Justo lo que los genios diplomáticos de Chile querían evitar.
¿Qué habrá dicho Carlitos Caszely cuando se enteró de la noticia de su
destitución? Quizás dijo, en su lenguaje tan directo: ¡Métansela por ahí mismo!
Yo creo que eso dijo. Estoy seguro. Lo mismo habría dicho yo.