Afirmaba Kant que
si bien política y moral son dos cosas distintas, no puede ni debe haber
contradicción entre ambas. Por eso mismo, cuando aparece la contradicción se
trata de un síntoma de que algo no anda bien en la política o en la moral. Ha
llegado entonces el momento del debate y de la rectificación. Esa es también la
razón por la cual los debates políticos adquieren cada cierto tiempo un formato
predominantemente moral.
Moral ha sido
también el tono de la crítica pública ejercida en contra del dirigente del
nuevo partido español Podemos, Juan Carlos Monedero, debido a las altas sumas
de dinero recibidas de gobiernos por dirigir (monitorear, dicen los sociólogos
cursis) proyectos que nunca fueron realizados. Crítica muy lógica por lo demás.
Los de Podemos lograron instalarse en la escena pública como portadores de un
fortísimo cuestionamiento moral no en contra de algunos políticos, sino de toda
la clase política española, denominada por ellos como “la casta”.
Lo menos que podían
esperar entonces los dirigentes de Podemos era ser medidos con la misma vara
con la que ellos miden a los demás. Por ese mismo motivo, los servicios
prestados por Monedero y otros miembros de Podemos a los gobiernos del ALBA demuestran algo muy obvio: Podemos no está formado por vírgenes del paraíso y
sus dirigentes están tan contaminados por el vil dinero como cualquier miembro
de la maligna casta; más aún, ya son parte de ella.
Y bien, aunque
parezca afirmación sorprendente, para quienes no usamos la misma vara de
Podemos -es decir, para quienes creemos
que los seres santos y virtuosos hay que ir a buscarlos en las religiones
(supongo) pero nunca en la política- los dineros recibidos por Monedero no
ameritan ningún gran desacato a la moral pública. Ese tema se lo dejamos a los
moralistas, entre ellos a los de Podemos. Vale la pena recordar en ese punto a
Max Weber cuando escribía que los políticos moralistas son por lo general
grandes inmorales políticos (Robespierre, Stalin, entre otros)
Pero para quienes
no andamos con el dedo acusando a nadie, las supuestas o reales faltas de
Podemos no constituyen gran escándalo. Porque, coño, hay que ser justos:
Monederos no recibió dinero como dirigente de Podemos sino como sociólogo,
politólogo o sabe Dios que otro logo. Es decir, como un profesional que va,
ofrece, presta y vende servicios a un buen postor. ¿No es acaso lo mismo que
hacen cientos, quizás miles de investigadores sociales en todo el mundo?
En largos años de
vida académica he tenido oportunidad de conocer a habilísimos vendedores de
fantásticos proyectos quienes lograban financiamientos de empresas y
fundaciones, organismos internacionales e incluso Estados. Por cierto, la
mayoría de esos proyectos quedaron a medio camino. Y si alguna vez fueron
entregados, su informes eran amontonados en estantes en espera de que algún
miembro del personal de aseo tenga la buena idea de echarlos al tacho de la
basura. De modo que no seamos hipócritas. Si Chávez se dejó embaucar por
Monedero, ese fue un problema de Chávez y no de Monedero. Monedero vendía,
Chávez compraba. Pura y simple ley de la oferta y de la demanda.
¿Dónde está el
problema? Ah, dirán algunos: El problema reside en que Monedero se hizo pagar
por gobiernos antidemocráticos y con abiertas tendencias totalitarias. ¿Y por
qué debe sorprendernos si ha sido así? Mucho más grande habría sido el problema
si Monedero hubiese sido un conservador o un neo-liberal y después hubiera
vendido su capacidad intelectual (nótese, escribo intelectual sin comilla) a un
gobierno socialista. Pero no. Monedero parece ser socialista de nacimiento,
siempre ha sido de izquierda y nunca lo ha negado. Venera a la dictadura de los
Castro y tal vez piensa que la caída del muro de Berlín fue un gran error
histórico. Seguramente cree en el socialismo del siglo XXl, en la dictadura del
pueblo y en la maldad infinita del imperio. Pero, aunque todo eso nos parezca
absurdo, él, como ciudadano y político está en el derecho a creer lo que le dé
la gana. España es plural y democrática.
Incluso si Monedero
pensara que Stalin, Mao o Calígula,
fueron grandes líderes históricos, ese atañe a Monedero y a nadie más. Eso
significa, Monedero prestó servicios a Chávez, su comandante eterno. Y si por
realizar sus creencias y dar curso libre a sus convicciones fue, además, “bien
pagao”, tanto mejor para él. Repito: ¿Dónde está el problema?
El problema, dirán
otros, es que ni Podemos ni mucho menos Monedero se han distanciado de su
pasado chavista. Solo Pablo Iglesias ha tenido el atrevimiento de afirmar que
Maduro hace cosas buenas pero también cosas malas (si es así, Franco también
hizo “cosas buenas”, piensa uno). ¿Y por qué tienen que distanciarse? -es mi pregunta obvia-. Si los electores de
Podemos votan por un partido que se dice moralista y no lo es, que proclama
valores democráticos y no los practica, que cree en el pluralismo y sigue atado
a gobiernos que han echado por la borda la libertad de opinión, de asociación y
de prensa, eso es un problema que deben resolver los electores de Podemos.
Nadie más.
Hasta aquí entonces
mi alegato sobre las irregularidades de Podemos. Pero solo hasta aquí. Pues, si
no hay grandes problemas en el hecho de que Monedero hubiese recibido dinero
por sus mercancías socio-marxistas, si no hay ningún problema en que Monedero
profese la ideología que le parezca más linda y si no hay problema en que
Podemos tenga un pasado anti-democrático, eso no significa que no hay ningún
problema. Hay, efectivamente, otro problema.
Ese otro problema
es que el tema de las violaciones a los derechos humanos cometidos por el
régimen de Maduro se encuentra en la primera plana de los medios españoles de
comunicación y Podemos no dice nada. El problema es, además, que los dos
partidos de “la casta”, el PSOE y el PP, se pronunciaron enérgicamente en
contra del régimen venezolano y Podemos no dice nada. El problema, por último,
es que los dirigentes de Podemos son los políticos españoles que más y mejor
conocen por dentro al régimen chavista y Podemos no dice nada.
Entiéndase bien:
nadie está pidiendo a Podemos un pronunciamiento sobre los derechos humanos en
el Tibet o en Mongolia. Pero el mencionado es un tema del cual ellos no son
espectadores. Por el contrario, son y han sido parte. Dicho más radicalmente:
Podemos es libre, si así lo decide, de pronunciarse a favor de Maduro. Pero
¡díganlo! Porque si Podemos defiende con argumentos la prisión del dirigente de
Voluntad Popular, Leopoldo López, a la prisión del alcalde de Caracas, Antonio
Ledezma, y la de tantos otros ciudadanos, estaría cumpliendo con el papel de un
partido político, el de plantear posiciones contra los otros partidos frente a
los cuales ellos imaginan ser tan diferentes.
Hannah Arendt
distinguía dos tipos de verdades. La verdad de opinión y la verdad de hecho. Y
bien; más allá de cualquiera opinión, en Venezuela están ocurriendo hechos que
contradicen la letra y el sentido de la Declaración de los Derechos Humanos.
Son hechos, no opiniones. Y el deber de un partido es pronunciarse con opiniones
frente a la verdad de los hechos. Callar frente a la realidad es simple
cobardía.
Cobardía es un
término más moral que político pero demuestra la exactitud del pensamiento de
Kant cuando escribía que moral y política son dos cosas muy diferentes aunque
no pueden existir separadas. O, para decirlo con los términos del uso diario
que aprendí en mi país natal: lo que tantos ciudadanos españoles y venezolanos
está exigiendo a los dirigentes de Podemos es que no se sigan haciendo los
huevones (gilipollas). Así no más. No sé si se entiende.