Los viles
asesinatos cometido por terroristas islámicos en el atentado de Charlie Hebdo no
son los primeros. Tampoco serán los últimos de la cadena que construyen esos
siniestros comandos que han convertido a su propia religión en una caricatura
del mal. Otros hitos macabros fueron el 11.09. 2001 norteamericano y las
explosiones en la Estación Atocha de Madrid el 11 03. 2004. Naturalmente, la
indignación masiva ha sido similar en todos estos casos.
Las manifestaciones
de multitudes reunidas bajo la consigna “Todos somos Charlie Hebdo” - en las
cuales participaron minorías de diversas culturas y religiones, incluyendo la
islámica- demostraron al mundo la disposición de no dejarse amedrentar por el
chantaje terrorista. Los derechos humanos -ese fue el mensaje- no están sujetos
a condiciones impuestas por seres sin alma (desalmados).
Si los terroristas
querían amedrentar a la ciudadanía francesa y europea, lograron exactamente lo
contrario. Francia se reconoció a sí misma como nación que representa valores
como la democracia, el laicismo, la libertad de opinión, la tolerancia. Y está
bien que así sea.
El mostrado en las
calles francesas no tiene nada que ver con el nacionalismo odioso de los
neo-fascistas e islamófobos. Francia, nación madre de las revoluciones
democráticas, tiene una identidad histórica conquistada en muchas batallas.
Solo los seres sin identidad definida –es el caso de los propios terroristas,
pero también el de los neo-fascistas- usan la violencia como medio de
expresión.
No obstante, sería
falso presentar el atentado cometido por los hermanos de la muerte como un
simple arrebato de odio cultural. El crimen cometido en Charlie Hebdo forma
parte de un contexto. Ese no es otro
que el de la guerra iniciada por el yihadismo en el propio mundo musulmán, guerra cuyo objetivo declarado es formar un Gran Estado Islámico (ISIS). Una
guerra con muchos frentes de batallas, entre los cuales las ciudades europeas
son unos más. No se trata entonces de actos de desesperación cometidas por
personas “no integradas” como quieren hacer creer los “bienpensantes” (entre
otros, los “Verdes” alemanes). Corresponden, queramos o no, a una lógica. Es la
lógica de la guerra.
Los hermanos
asesinos y sus cómplices realizaron una operación en la cual ellos son solo
simples soldados. No actuaron por iniciativa propia. Lo hicieron por encargo,
obedeciendo ordenes superiores. Ese es el punto. Pero es el mismo sobre el cual
callan los gobernantes europeos.
Desde que Obama
propuso la gran coalición internacional en la cual forman líneas casi todos los
países europeos, lo hizo -a diferencias de Bush con su llamado difuso a “la
guerra en contra del terrorismo”- en
contra de un enemigo muy definido. Ese enemigo es ISIS más las organizaciones
terroristas que lo secundan. No hay como equivocarse. Solo así podemos entender
por qué el objetivo de los asesinos de París no fue ni religioso, ni racial, ni
cultural. El de ellos fue un objetivo militar y como tal fue saludado por ISIS,
Al Qaeda y todas las organizaciones que los secundan.
¿Objetivo militar
una revista de caricaturas? Sí, exactamente. Como también militar es el
objetivo de las decapitaciones que ISIS viene realizando en los territorios
controlados. Se trata, como en toda guerra, de aterrorizar al enemigo para
después desmoralizarlo. Las cabezas de los decapitados son para ellos un medio
de agitación y propaganda (guerra psicológica) como en cierto modo también lo
fue el asalto a Charlie Hebdo. Quien no nos toma en serio, parecen decirnos,
deberá morir.
ISIS usa diferentes
tácticas de guerra. En los territorios que controla, sobre todo en Irak, lleva
a cabo una “guerra de posiciones” a través de sus muy bien organizados
ejércitos. En los que no controla, realiza una “guerra de movimiento” a través
de comandos guerrilleros y terroristas. Esa es también una diferencia con los
terroristas de los tiempos de Bin Laden.
Mientras para los
antiguos terroristas el terror era un fin en sí, para ISIS es un medio, si se
quiere, una táctica, en el marco de una guerra irregular y prolongada cuyo
objetivo estratégico apunta a la formación del Estado Islámico. Así se explica
por qué mientras Al Qaeda, antes de ser integrada al ISIS, no elegía a los muertos (daba lo mismo que fueran niños o ancianos) ISIS, en cambio, los elige
cuidadosamente. Tanto los periodistas decapitados como las caricaturas son
vistos por los directivos de ISIS como agentes del aparato de propaganda del
enemigo.
El segundo objetivo
del terrorismo es aún más claro: Se trata de hacer un llamado directo al mundo
musulmán europeo. “O estáis con nosotros, los defensores del Profeta, o estáis
con los infieles”. Para cumplir ese objetivo, ISIS cuenta con aliados
indirectos. Entre otros, los partidos y grupos neo-fascistas y
ultranacionalistas que abundan en Europa. Con razón los yihadistas nunca atacan
locales de reuniones xenofóbicas, tampoco a sus manifestaciones públicas.
Ellos, quieran o no, juegan un papel en el plan general de ISIS. Lo dijo muy
claro el representante de las asociaciones islámicas de Alemania: “Quienes
creen que el enemigo es el Islam, están siguiendo el juego de los terroristas.
Eso es precisamente lo que ellos quieren que se crea”.
Cuando se supo lo
del atentado de París, los neo-fascistas estaban de fiesta. Su autoprofecía
estaba a punto de ser cumplida. Había llegado la hora de radicalizar
posiciones. La familia Le Pen se frotaba las manos. Los alemanes de PEGIDA
llamaban a su gente a las calles. Tuvieron que aparecer la voces enérgicas de
Hollande y Merkel para dejar establecido, y de modo muy claro, que de lo que se
trataba en el momento era defender a la democracia en contra de sus enemigos,
vinieran de donde vinieran.
El llamado de
Hollande y Merkel fue muy oportuno. Pero lamentablemente, incompleto. Faltó
agregar lo más importante, a saber: que el atentado de París era parte de la
guerra que llevan a cabo los milicianos de ISIS, no solo contra Occidente, sino
en primera línea, contra diversos pueblos islámicos. ¿Por qué no lo dijeron?
¿Temor a no ser entendidos? ¿Tranquilizar a la población en un momento difícil?
¿Oportunismo? (La palabra guerra no es popular en Europa, y en periodos
electorales, pronunciarla puede ser negativo) Cualquiera sea la razón, ese
silencio es un alimento para quienes apuntan con el dedo a todos quienes
profesan la religión islámica.
Por lo demás, no se
trataba de revelar un secreto de Estado. Bastaba explicar de modo político un
hecho objetivo: Europa, desde el momento en que aceptó formar parte de la
coalición anti-yihadista propuesta por Obama, está en guerra en contra de ISIS.
Luego, hay que decir que esa guerra no es entre el cristianismo y el Islam ni
tampoco entre Occidente y el Oriente Medio. Se trata en fin de decir lo que
todo el mundo sabe, que haber entrado a esa guerra implica asumir riesgos y
obligaciones. Los atentados terroristas son parte de esos riesgos.
Entre las
obligaciones que corresponden a Europa se cuenta recibir a refugiados que huyen
de las tierras arrasadas por ISIS, la mayoría sirios e iraquíes. El peso
militar recae sobre las espaldas de los pueblos islámicos que combaten
directamente al ISIS y como siempre, de los EE UU. Pero, además, todo el mundo
sabe que los gobiernos de Alemania, Francia y otros países, envían armas a
Turquía y a los ejércitos kurdos, en su inmensa mayoría musulmanes, para que
combatan directamente a los soldados de ISIS. Cada batalla ganada por los peshmergas
kurdos en contra de ISIS es celebrada en Europa como un triunfo propio. Y con
razón: Los kurdos, además de combatir por sus tierras, lo están haciendo en
contra de los principales enemigos de Europa. Pero todo eso hay que decirlo,
sin miedo y en voz alta.
Habría que agregar,
además, que en esa guerra hay aliados y que los aliados no son necesariamente
amigos, como no fueron amigos Churchill y Stalin. Irán, al igual que Egipto, y
en nombre de sus propios intereses, se sumará a la guerra en contra de ISIS. El
propio Hezbolá se apresta a enviar desde El Líbano milicianos a combatir a los
ejércitos del ISIS. En fin, habría que decir que Europa no está sola en contra
de ISIS y que gran parte de sus aliados llama a Dios con el nombre de Alá.
No, los enemigos de
Europa no son los trabajadores musulmanes. Sin ellos muchas industrias europeas
dejarían de existir. Hay que aceptarlos como son aunque no nos guste nada
cuando embuten a sus mujeres en sus negras burkas (El espectáculo que brindan
algunos rusos cuando se emborrachan en las calles, tampoco es demasiado
edificante). La tolerancia es parte de los valores occidentales, y como
señalizaron las multitudes francesas, esos no son valores transables.
Tolerar a quien es
idéntico a uno es la cosa más fácil del mundo. Tolerar a quien es radicalmente
distinto es verdadera tolerancia. La xenofobia y el fascismo son occidentales,
pero no son valores occidentales. Eso también hay que decirlo.