En Venezuela hay excelentes
analistas políticos. Pero a ninguno sigo con tanto interés como a Teodoro
Petkoff. Lo ameritan una larguísima experiencia, una probada sensibilidad
política, y por cierto, un alto nivel de información. Por eso leí con suma preocupación
su Editorial en Tal Cual del 17 de Octubre de 2013 titulado "Manu
Militari" en el cual afirma que el ejército, mediante la fundación de
CESPPA (Centro de Seguridad y Protección a la Patria) se ha situado
definitivamente por sobre el gobierno mediante un "golpe frío".
Gracias a CESPPA ha quedado
claro que la política de Venezuela enfrenta un problema muy serio. Quizás el
más serio de los últimos quince años.
CESPPA es un organismo militar
anticonstitucional que pone bajo su tutela los ministerios del Interior, Justicia y Paz; de Relaciones Exteriores y
de Defensa. Más todavía. Una junta militar decidirá cuanto y
cuando deberá ser informada la opinión pública. Y por si fuera poco, CESPPA
determinará acerca de cuales informaciones deberán ser entregadas al propio
Presidente de la República.
En otras palabras, CESPPA es un
"poder sobre el poder", una instancia supraestatal situada sobre
el Ejecutivo. Su cometido no es otro sino subordinar el poder político al
militar. Razón por la cual deduce Petkoff: "El Presidente está
literalmente en manos del CESPPA. Y con él todos nosotros, los
venezolanos".
Si el consumado por el CESPPA es
un golpe, se trataría entonces de uno
de los más refinados de América Latina, tierra de golpes y
golpistas.
Lejos están los tiempos en que
los militares bombardeaban palacios gubernamentales, llenaban de prisioneros
los estadios, abrían campos de concentración y establecían centros de tortura.
Hoy en cambio ha sido creado en Venezuela un gobierno militar situado por sobre
las instituciones públicas, incluyendo la propia presidencia de la república.
CESPPA ha asumido el poder
real reduciendo al gobierno a instancia puramente formal. En lugar de la
"dictadura del proletariado" ha sido instaurada la "dictadura
del militariado". Como en Irán, en donde el gobierno civil se encuentra
bajo las instituciones religiosas, el de Venezuela -caso peor- ya se encuentra
bajo las instituciones militares. CESPPA ha convertido el Estado político en
un Estado militar. Eso quiere decir simplemente que la verdadera ley habilitante
reside en manos de CESPPA. O lo que es igual, frente a CESPPA Maduro es un simple
inhabilitado.
Por supuesto, el de Chávez
también era un gobierno militar. La mayoría de los puestos decisivos estaba en
manos militares. La ideología de gobierno era militarista y no política. El
lenguaje de Chávez, aunque no tanto como el de Maduro, era un lenguaje militar.
Chávez mismo era militar. Pero no sólo era eso.
El gobierno de Chávez era,
además, un gobierno popular.
La legitimidad de Chávez no
provenía de las armas sino de las masas que lo apoyaban. No es el caso del
gobierno de Maduro.
Con Maduro cambió
definitivamente el carácter del gobierno chavista. En lugar de ser el del primero
un gobierno populista militar paso a ser simplemente un gobierno militar; así,
a secas. Del antiguo populismo solo quedan frases sueltas, paganas ceremonias
mortuorias, ritos patrioteros, falsos remedos, y muy poco más.
Maduro tenía con la exigua y
dudosa mayoría que alcanzó el 14A dos posibilidades. La primera, concertar un
dialogo, si no con toda la oposición, por lo menos con parte de ella. La
segunda, seguir los llamados del sector más radical del chavismo. Evidentemente
intentó sin éxito la primera al establecer contacto con Lorenzo Mendoza, este
último en representación informal de fracciones del empresariado venezolano.
Con el nombramiento del pragmático Merentes en contra del fundamentalista
Giordani, Maduro pareció, además, inclinarse por soluciones destinadas a
controlar la crisis económica desatada por Chávez. Pero de modo paralelo Maduro
trataba de contentar al núcleo duro del chavismo, embruteciendo al máximo su
ya, de por sí, brutal lenguaje. De esta manera
Maduro cerró las posibilidades de dialogo. Víctima de sus vacilaciones no fue
capaz de iniciar un "gran viraje". ¿Le faltaron fuerzas, personalidad
o simplemente agallas? A estas alturas, el tema ya no tiene importancia.
De nada servirá a Maduro después
de la toma del poder de CESPPA, con una habilitante corruptamente adquirida,
controlar a un parlamento que de hecho controlaba. De nada le servirá tampoco "meter
preso" a Capriles, o a López o a quien sea, con el objetivo de provocar
una rebelión popular y dar paso definitivo a una intervención militar,
posponiendo las elecciones del 8D que tanto lo amenazan. Suceda lo uno o lo
otro, Maduro solo será un simple mayordomo del palacio militar. Si es que ya no
lo es. Eso bastará sin duda para que Insulza y otros invertebrados de la OEA
apoyen al nuevo gobierno militar venezolano.
Afortunadamente la mayoría de la
oposición democrática venezolana ya ha advertido el peligro. Henrique Capriles
ha reiterado continuamente su oposición a todo golpe de estado, venga de donde
venga. ¿Será esa la razón por la cual Cabello quiere "meterlo preso"?
Todo así lo indica.
Transformar las elecciones del
8D en rebelión democrática y popular sin que dejen de ser elecciones, es el
difícil camino emprendido por la MUD y Capriles. ¿Lo lograrán? Algunos
candidatos ya están llamando, en buena hora, a detener al golpismo a través de la campaña
electoral. Es sin duda la tarea más importante del momento. Mucho
más, por supuesto, que discutir sobre la nacionalidad de Maduro.
Queda todavía la esperanza de
que chavistas opuestos a una salida militar –si es que los hay- hagan oír
alguna vez su voz y establezcan en ese punto –solo en ese punto- una
convergencia mínima con sectores de la oposición democrática, una destinada a
cerrar el paso al golpismo, sea antes o después del 8D. Después de todo,
quienes estuvieron en el 2002 en contra del "carmonazo" no tienen
ninguna razón, ni moral, ni lógica, y mucho menos política, para estar en el
2013 a favor del "cabellazo", del “madurazo”, o simplemente de un
mero "cuartelazo".