FRANCIA 1/BÉLGICA 0 - LAS RAZONES DE FRANCIA por Fernando Mires



El primer tiempo fue duro y parejo, quizás un tic mejor, Francia.  El segundo comenzó igual hasta los 50 cuando en jugada standard, un corner de tantos, Umtiti le ganó el salto a Fellaini, que es  un hombre largo, y gol. Desde ese momento Bélgica se desató como un vendaval, motivo que llevó a decir a la mayoría de los comentaristas que los belgas jugaron mejor que los franceses lo que, al menos desde un punto de vista táctico, no es cierto. Pues jugar mejor no significa tener más la pelota ni ocupar de modo más intenso la cancha sino, simplemente, saber administrar mejor el juego de acuerdo al objetivo trazado, en el caso de Francia: impedir el empate. Y eso lo logró.
Francia hizo lo que hacen todos los equipos cuando van ganando por diferencia mínima durante la segunda fracción: retrasar sus líneas, achicar los espacios, retener la pelota y esperar el hueco preciso para el fulminante contrataque. Para realizar esa faena, Francia poseía herramientas: una defensa que sabe cerrarse a tiempo, un mediocampo de magnífico toque - Kanté, Matuidi y sobre todo Pogba- y arriba, dos ardillas (estuve a punto de escribir, ladillas) como Griezmann y  Mbappé, las que al menor descuido te dejan tieso.
En palabras breves: los franceses aplicaron lo que los argentinos llaman “la ley del embudo”, a saber: mientras más avanzas, más angosta es la cancha. O al revés: mientras más avanza el adversario más ancho es el espacio que deja a sus espaldas. Fácil es decirlo. Aplicarlo es más difícil. Para eso se requiere de un equipo inteligente y de jugadores adecuados. Sin esos factores un equipo como el belga aplasta al contrario como lo vino haciendo a lo largo del campeonato. Ni siquiera Hazard -para muchos el mejor jugador del mundial- pudo salirse con las suyas. Los franceses, a sabiendas que su mayor atributo es el carrerón, le cerraban el camino desde lejos apenas tocaba la pelota.  En fin, Francia jugó un partido bien pensado. Su actitud fue estrictamente cartesiana.
La lógica de la razón futbolista francesa se basa en el más simple de los esquemas: un 4-3-3 tradicional. La novedad reside en que las tres líneas no están apostadas en el campo: son movedizas. Eso quiere decir, si la última línea va hacia adelante -algo que hacen a menudo los zagueros centrales, sobre todo Varane- la línea del medio retrocede. Llegó a darse así un momento en en el que Pogba y Kané hacían de defensas mientras Varane y Umtiti esperaban los centros de Griezmann. Más aún: no pocas veces vimos al centrodelantero, Giraud, haciendo de stopper. Sí: Giraud, de quien se dice es el más malo de los franceses, merece un comentario aparte.
Cierto, Giraud parece ser lo que es: un tronco, y lo es hasta el punto de que todo el mundo se pregunta por qué Deschamps no prueba con Benzema, el tanque del Real Madrid. Frente a Bélgica, Deschamps dejó ver, sin embargo, una de sus razones. Giraud debe ser el único centro delantero defensivo del mundo. Un puesto tal vez creado por el mismo Deschamps. Si es así, sería una innovación. Eso no significa que Giraud juegue retrasado. No. Giraud juega como centro delantero neto. Pero su función no es hacer goles sino marcar a los defensas contrarios y así abrir espacios a Grizmann y Mbappé. En fin, un jugador cien por ciento táctico: un hombre que va al sacrificio en aras de los demás. Y parece que da resultados: Werthongen, Kompany, Alderweider, defensas ofensivos, casi no pudieron salir de su área. Giraud, el delantero defensivo, los entretenía.
Tácticas aparte. La razón del juego francés no puede servir a cualquier equipo. Para que tenga lugar se requiere de un mediocampo (una centralidad reflexiva) como ese que reposa sobre la versatilidad, la elegancia y el carisma de Paul Pogba. Ayer, el mediocampista, siempre apoyado en sus fieles Kanté y Matudi, no solo fue frente a Bélgica lo que hasta ahora ha sido: el mariscal de juego, el hombre que distribuye el balón sin errar, el caudillo.  Esta vez mostró otra faceta de su personalidad, una hasta ahora desconocida: fiereza (no confundir con violencia) Sus choques con el excelente Witsel y, sobre todo con Lukaku echaban chispas.
No sé si al final Pogba será elegido el mejor jugador del mundial (Hazard ha hecho demasiado a su favor) pero, sin dudas, el 6 francés será recordado como el más completo de todos. Desde Didí no había visto a alguien así.