Cuando leemos una novela o
vemos una película histórica, nos son reveladas imágenes cuya intensidad no
puede ser captada por textos de historia. La
razón reside en que novelas y filmes al no estar centrados en el análisis de
los llamados procesos y estructuras, no nos atiborran de datos ni pretenden dar
cuenta “objetiva” de la realidad. Por el contrario, sus actores son seres
imperfectos, sujetos a ideales, pasiones e intereses: Como todos los humanos.
De tal modo, después de una
novela o de un film histórico, solemos pensar si a diferencias de lo que ocurre
en los textos de historia, las cosas podrían haber sido de otra manera bajo el
supuesto de que los actores no hubieran sido (tan inteligentes o tan estúpidos)
como fueron. Por supuesto, esa duda no podemos plantearla al leer un libro de
historia. Pues, si hay un tiempo verbal prohibido a los historiadores, es el
subjuntivo.
¿Cuántas veces dije a algún estudiante?: “No hable en subjuntivo, la historia no se ocupa de lo que pudo haber sido, sino de lo que fue. El tiempo de la historia es el pasado y nada más que el pasado”.
Pero sin el subjuntivo no
podemos entender una obra literaria o fílmica. Sin la posibilidad de la
conjetura, afirmo, no puede, además, haber ninguna obra de arte. Esa es la
razón por la cual ahora, cuando quiero escribir una nota conjetural sobre la
Primera Guerra Mundial, no comenzaré hablando sobre ningún libro de historia
sino sobre un “thriller”: “El Atentado”,
“El Atentado” es una
producción alemana-austriaca de 2014 dirigida por Andreas Prochaska. Su primer
actor es Florian Teichmeister en el rol del inspector Leo Pfeffer, encargado de
dilucidar el atentado que terminó con las vidas del príncipe heredero Franz
Ferdinand y su esposa. La mayoría de los historiadores opina que ese atentado,
si no “causa”, fue el origen de la Primera Guerra Mundial.
¿Qué habría pasado si el
príncipe hubiera sobrevivido? ¿O si el atentado realizado por el serbio Gavrilo Princip no
hubiera tenido éxito?
El film insinúa que no
habría sucedido nada distinto. La decisión de declarar la guerra a Serbia ya
había sido tomada en Viena. No obstante, Franz Ferdinand no estaba a favor de
una guerra a Serbia. La pregunta del filme queda flotando en el aire. ¿Fue
enviado Franz Ferdinand al sacrificio por las autoridades austro-húngaras?
¿Y que habría sucedido si
el presidente Poincaré de Francia, comisionado por las potencias europeas para
convencer a Nicolás ll de no intervenir, no hubiese en vez de eso envalentonado al Zar? ¿Y que habría sucedido si el monarca
alemán Wilhem ll –convencido por sus generales de que Rusia, dada su
inferioridad militar, no iba a reaccionar- no hubiese dado un cheque en blanco a
los austriacos para que actuaran cuando y como estimaran conveniente? ¿O si no
hubiera declarado la –perfectamente evitable- guerra a Francia? ¿Y si no
hubiera decidido atacar a Francia a través de Bélgica donde encontró una
inesperada resistencia? ¿Y si Inglaterra no hubiese acudido en defensa de
Bélgica? ¿Y si Nicolás ll y Wilhem ll
no hubiesen sido tan irresponsables como para irse de vacaciones justo cuando
iba a estallar la guerra?
Esas preguntas llevan a
otra pregunta decisiva: ¿Y qué habría sucedido si el conflicto no hubiese pasado
de una escaramuza entre Austria y Serbia como todo el mundo creía que iba a
ser? La respuesta es obvia: la Primera Guerra Mundial nunca habría estallado.
¿La Segunda Guerra Mundial
habría sido entonces la primera? Tampoco es tan cierto: Ni la política ni la
historia tienen que ver con matemáticas. El razonamiento histórico y político
dice en cambio: La Segunda Guerra Mundial solo fue posible gracias a la
Primera.
Pensemos otra vez en
subjuntivo: Si no hubiese estallado la Primera Guerra, no
habría habido Tratado de Versalles. Así la Socialdemocracia alemana no se habría
dividido. Lo más probable es que los socialdemócratas habrían gobernado
Alemania y los socialdemócratas rusos (bolcheviques y mencheviques unidos)
habrían gobernado junto con los nacional-revolucionarios y los liberales. No
olvidemos que hasta el momento de su muerte, Lenin tenía un pie metido en la
Socialdemocracia. En breve, no habría habido estalinismo.
A la vez, sin el leonino
tratado de Versalles a que fue sometida Alemania por Francia e Inglaterra, y
sin estalinismo, no habría habido ascenso nazi. En el peor de los casos,
Hitler habría sido un breve y pintoresco episodio. ¿Quién iba a pensar que ese
atentado llevado a cabo por un grupo de enloquecidos nacionalistas serbios iba a
desencadenar dos guerras mundiales, el holocausto, más millones y millones de muertos?
El filme “El Atentado”
termina cuando el comisario Pfeffer entrega a sus superiores los resultados de
la investigación en la que se demostraba que el asesinato a Franz Ferdinand no
tenía nada que ver con el gobierno de Serbia. Las autoridades lo miraron como a
un pájaro raro. ¿A quién le interesaba en ese momento el atentado?
Después del filme hube de
pasar inevitablemente del tiempo subjuntivo al condicional. Ocurrió cuando
aparecieron en el noticiario las imágenes de Ucrania.
Putin moviliza a los
movimientos separatistas de acuerdo a una doctrina religiosa y étnica del año
1914. Europa mantiene -todavía- la unidad de su eje central (Alemania,
Francia e Inglaterra) y con ello la Alianza Atlántica sigue vigente. Pero por
otra parte no hay acuerdo en cómo enfrentar la expansión rusa. ¿Qué pasará si
las débiles sanciones no logran detener a Putin? ¿No sería mejor –opinan
otros- dejar que Putin haga lo que quiera en Ucrania? Pero ¿Qué hacer con esa
mayoría de ucranianos que piden ayuda? Y sobre todo, ¿qué hacer con los países
bálticos y con Polonia, amenazados desde Rusia?
Y, no por ultimo, si un
grupo de exaltados, de esos que sobran en Europa, se les ocurriera hacer un
atentado a alguien políticamente importante ¿Qué podría pasar? (Imaginemos: Merkel visita Kiev y un grupo de fanáticos separatistas pro-rusos hace volar su automóvil) ¿1914 en el
2014? No quiero ni pensarlo.
A veces tengo la impresión
de que Europa sigue siendo un barril de pólvora. Con esa imagen de horror
decidí irme a la cama. Afortunadamente no soy político y no tengo que tomar
mañana ninguna gran decisión. Igual, no dormí bien. El fantasma de 1914 produce
insomnio en las almas.