2013 no finaliza mal
en Europa. Nadie hasta hace poco lo habría creído. La crisis económica iniciada
el 2009 está llegando lentamente a su fin. El núcleo Inglaterra - Francia -
Alemania es más concordante que hace un par de años. Y lo más importante, la
presión ejercida desde Rusia parece estar disminuyendo notablemente. Por supuesto, los problemas de siempre continúan, entre ellos el más agudo,
el de las migraciones masivas. Pero en general, 2013 ha
sido un buen año para Europa.
Hasta hace muy poco parecía inevitable que
Europa, pese a todos sus complejos pacifistas, se vería obligada a intervenir
militarmente en el Oriente Medio. Intervención que en el contexto de la más
profunda crisis económica vivida desde los años treinta del pasado siglo,
tomaba para muchos políticos las formas de una siniestra pesadilla. Tanto o más
inevitable parecía ser esa intervención si tomamos en cuenta que el eje formado
por Rusia, Irán y Siria en el Oriente Medio tenía connotaciones no solo
anti-europeas sino antioccidentales. De tal manera que cuando Rusia acudió en
auxilio del régimen de Asad, impidiendo esa intervención que solo traería
dolores de cabeza a los gobernantes europeos, faltó poco para que Putin hubiera
sido elevado al estrellato de la política internacional. Incluso,
irresponsables de la prensa europea propusieron al autócrata como candidato al
Premio Nobel de la Paz.
Pero el repentino entendimiento en torno al
tema nuclear entre Irán y EE UU dio al traste con las pretensiones rusas en el
Oriente Medio. Con esa “movida” Obama no solo dejó fuera de juego a Putin.
Además, evitó la intervención europea en Siria y con ello la revitalización de
antiguos conflictos históricos. El único fiel aliado que resta a Putin en la
región islámica es, por el momento, la dictadura siria. La verdad, es muy poco.
Lejos están los tiempos cuando impulsados por
la intransigente política exterior del "bushismo", Rusia, Alemania y
Francia (Putin, Schroeder y Chirac) intentaron formar un eje internacional de
abiertas connotaciones anti-norteamericanas. Hoy las relaciones
inter-atlánticas no son óptimas, pero son mejores que en el pasado reciente.
En los últimos meses de 2013 quedó
demostrado, sobre todo a través de la petición de ingreso de Ukrania en la EU,
que Europa Occidental sigue ejerciendo un enorme magnetismo en las ciudadanías
euroasiáticas. Unos quieren pertenecer a la Europa económica, otros a la
cultural y, las nuevas generaciones, a la Europa política. ¿Quién lo iba a pensar?
Las manifestaciones pro-europeas de Kiev si
bien no lograron la entrada de Ukrania a la EU, obligaron a Putin a hacer
concesiones a la oposición democrática (pro-europea) de su propio
país. Hay, en ese sentido, un nexo entre las manifestaciones de Diciembre
en Ukrania y la liberación de las Pussy Riot.
Si las emblemáticas Pussy Riot, entre otros
presos políticos, se encuentran hoy en libertad, no ocurrió como consecuencia de un intento de
Putin –como dan por sentado ciertos analistas internacionales- destinado a salvar la realización de las Olimpiadas de
Invierno en su país. Son tantos los dineros invertidos por Europa en esas
Olimpiadas que estas nunca han estado ni estarán en peligro. La verdadera razón
de la hasta ahora aparente liberalización política hay que buscarla por otro
lado, a saber, en el
creciente aislamiento político internacional de la Rusia de Putin.
En efecto, Putin no podía darse el lujo, en
el lapso de menos de tres meses, de perder su influencia en Irán en Oriente
Medio, y en Ukrania en su propio espacio "natural". Tenía solo dos
alternativas: O forzaba con amenazas intervencionistas la adhesión de Ukrania,
o liberalizaba su política interna y externa. Viejo zorro, Putin ha optado por
la segunda alternativa. Y eso solo puede ser bueno para Europa.
Los hechos recientes no son consecuencia, por
cierto, de una determinada política europea hacia Rusia. Pero sí son un triunfo
de las ideas de la Ilustración las que, aunque parezca increíble, continúan
siendo subversivas tanto dentro como fuera de Europa.
Europa continúa su proceso de expansión, aunque esta vez sin mover un dedo.