El tema de Octubre en Venezuela ha sido la petición del mandatario Nicolás Maduro a la Asamblea Nacional para que se le conceda una Ley Habilitante a fin -dice él- de luchar en contra de la corrupción y practicar la guerra económica declarada ya no se sabe a quien. Tanto desea la Habilitante Maduro, que no trepidaría en aceptar la compra de algún parlamentario suplente, expediente de por sí tan corrupto que en cualquier país normal inhabilitaría moralmente a cualquier habilitado.
¿Para qué una Habilitante?
Es la pregunta que nos hacemos desde fuera quienes estamos preocupados por el
acontecer venezolano. ¿No es el de Venezuela el gobierno que cuenta con más
poder fáctico en todo el continente latinoamericano?
Todos los poderes públicos
en Venezuela han llegado a ser habilitantes; toda la prensa televisiva es
habilitante; todo el aparato represivo es habilitante. Todo el Estado
venezolano está habilitado para satisfacer los deseos del gobernante, quien,
por si fuera poco, ha terminado por militarizar hasta los supermercados
¿Para qué una Habilitante entonces?
Creo que la respuesta más
acertada ha sido dada por Simón Bocanegra en un artículo publicado en Tal Cual.
La Habilitante no concede poder de facto porque de hecho el ejecutivo lo tiene
todo, pero sí concedería -supuestamente- poder simbólico.
¿Qué es el poder
simbólico en política?
A diferencia del poder de
facto, que es el que se tiene, el poder simbólico es el que se representa,
aunque no se tenga. Eso quiere decir que el inmenso poder fáctico de Maduro
carece de consagración simbólica. Pues bien, en política el poder simbólico
tiene una enorme importancia.
De tal manera, lo que
Maduro quiere conseguir no es tener poder por sobre la Asamblea, lo que de
hecho tiene, sino que la Asamblea le conceda "legalmente" el poder
que esa misma Asamblea no tiene. Así Maduro emergería bajo la luz pública
ostentando el certificado de un poder situado por sobre el poder, por sobre la
Asamblea, por sobre Diosdado Cabello (este parece ser un objetivo muy
importante), por sobre la Constitución, por sobre la Ley, por sobre todo. En
otras palabras, Maduro aparecería representando definitivamente el poder que
una vez tuvo Chávez. Un presidente hecho monarca por desgracia de Dios.
Si esa es la lógica del
gobierno, y parece que esa es, hay que consignar una diferencia notable con las
habilitaciones que recibía periódicamente Chávez de esa Asamblea sobre la cual
ejercía absoluta dominación. La diferencia es que el poder simbólico de Chávez
no venía de una Habilitante, sino de una inmensa mayoría popular que lo
respaldaba. Las Habilitantes obtenidas por Chávez eran, en ese sentido, solo la
certificación institucional de su habilitación popular. Y bien, Maduro –un
populista sin pueblo- recorre el mismo camino, pero al revés: En lugar de
conquistar el poder popular para luego habilitarlo constitucionalmente, intenta
conseguir la Habilitante para desde ahí, a fuerza de golpes, obtener el poder
popular. Y todo eso a menos de dos meses de las decisivas elecciones de
Diciembre.
De tal modo, con la
petición de una Habilitante, Maduro intenta sustituir pro-forma un poder que
Chávez obtenía directamente del pueblo. O dicho en estilo más fino: Mientras
las Habilitantes de Chávez formalizaban un poder popular que se tenía, la
Habilitante de Maduro formalizaría un poder popular que no se tiene. La
Habilitante entonces, solo sería un símbolo vacío, pero un símbolo al fin. ¿O
será la Habilitante que exige Maduro un instrumento destinado a aplicarse en
contra de sus enemigos endógenos? Hay cosas que solo sabe el diablo.
Sin embargo, hay algo en
Venezuela que todos saben. La única Habilitante
que tendrá vigencia será la que surja del mandato popular expresado el 8.12.
La oposición organizada desde
la MUD y liderada por Capriles ya ha trazado su camino. Las condiciones
históricas para la habilitación política de una nueva mayoría ya están dadas.
La crisis económica producida por las locuras ideológicas del régimen ha
alcanzado sus más altos niveles. Lo mismo ocurre con la corrupción generalizada
en los estamentos estatales, tan grande debe ser que el mismo Maduro la dio a
conocer en su discurso en la Asamblea, atacando uno de los bastiones de la
economía chavista, el CADIVI (para los no venezólogos, "comisión de
administración de divisas").
La unidad en torno a la MUD
en cambio, es casi perfecta. Y si el descontrolado presidente continúa
insultando a más de la mitad del país, esa mayoría que según toda
encuesta clama por una reconciliación nacional, le va a pasar la cuenta. De tal
modo, si es que no hay una desgraciada interrupción anticonstitucional –bajo el
post-chavismo todo es posible- se cumplirán en Diciembre las palabras escritas
en una pared de un barrio de Caracas: "Con Habilitante o sin Habilitante,
seguiremos adelante". Pudo haberlas escrito un chavista. Da lo mismo.